18 de septiembre de 2012

Discurso sobre la Fraternidad del Lic. Alberto Ivern

DISCURSO SOBRE LA FRATERNIDAD
Les propongo que por un momento cerremos los ojos y pensemos en un hermano o hermana que nos hubiese gustado tener, que nos gustaría enterarnos que tenemos. Cómo es ese otro, qué cosas hace, qué cosas dice. Qué hacemos juntos. Qué sentimos  al estar juntos, porqué la pasamos tan bien…
Ahora pensemos por un momento en un hermano real, incluso en aquel con el que peor nos llevamos, con el cual no podemos compartir casi nada. Pensemos cómo nos sentimos y qué es lo que hace que la pasemos tan mal.
Bien, podemos abrir los ojos. Quisiera que no consideremos solamente a ese otro, tan genial o tan torpe. Sino que pensemos en el “nosotros” que podemos “estar siendo” (juntos) en  cada caso. Pensemos que podemos estar siendo hermanos  orgullosos de serlo o felices de serlo, afortunados de serlo…o bien que podemos estar siendo desgraciadamente hermanos; cansados de serlo, enojados de serlo…
Considerados así, como dos extremos, esa imagen, de lo que podemos estar siendo con el otro deseado, esa escena de lo que estoy siendo con ese otro, nos parecerá el día y la noche con respecto a una fraternidad difícultosa o negativa. Diríamos que esa escena deseada es “totalmente otra “ con relación a la actual. Son como los extremos de una metamorfosis, como lo son por  ejemplo una mariposa multicolor en vuelo sobre un alfalfar florecido con respecto a un gusano encerrado en su oscuro capullo. Asimismo un águila en vuelo es algo totalmente distinto de un huevo de águila, de ese polluelo todavía encerrado en su cascarón. El resultado final de un proceso de metamorfosis, es estar siendo  ese  “totalmente otro”. Naturalizar  esa plenitud posible, que ahora apenas gustamos fugazmente.
La fraternidad es esa dimensión del estar- siendo- con- otro, en la cual somos íntegramente nosotros mismos. Cuando digo nosotros mismos no me refiero a un feto agazapado sobre sí, me refiero a que somos amor. Hay tres dimensiones de la amorosidad:  el amor a sí mismo, el amor hacia otro y la reciprocidad o el amarse con otro. Sólo en la fraternidad se dan las tres dimensiones. Y sólo en esas tres dimensiones somos integralmente humanos. Como decía un poeta italiano, los seres humanos somos ángeles con una sola ala, necesitamos abrazarnos a otro para volar. Y  ese vuelo no es el propósito sino el resultado imprevisto, gratamente sorprendente,  del abrazo fraterno. Es la paz de la reconciliación, la alegría del reencuentro de algo perdido u olvidado. En la fraternidad nos encontramos con ese totalmente otro que ya,  potencialmente somos,  adquirimos la mirada de  ese totalmente otro que ¡al fin! Estamos- siendo- con- otros..
La fraternidad = ¿Un ideal inalcanzable?
Si cada uno piensa en sí mismo o en otro como esculturas de piedra, es decir como “cosas” definitivamente “así-ahí”: fulano “es” así; mengano “es” asá, yo “soy” de esta manera…estamos deteniendo el proceso de cambio. No tenemos que pensar que “somos” sino que “estamos-siendo” de una determinada manera y que “estamos-siendo-con-otros” de una determinada manera. “Concebir” otra manera nos predispondrá a registrar y aprovechar las oportunidades de cambio y recuperar nuestro protagonismo en esa metamorfosis, en esa historia consciente.
 No se trata de un ideal inalcanzable ni tampoco de algo que pueda imponerse por un decreto unilateral. Se trata de un camino a recorrer, un camino con obstáculos a vencer, un proceso a transitar, un proceso de metamorfosis, de transformación que va desde el  estar siendo individuos aislados al estar siendo con otros un proyecto de cambio; desde el estar encerrados en el oscuro capullo de nuestro egoísmo consumista al compartir un proyecto de familia, de barrio, de comunidad social o política; del estar siendo según el espejo de nuestras creencias, en ese   cascarón de lo malo conocido, al riesgo de lo bueno por construir.
No es algo que alguien pueda hacer sin otros. Puede haber una decisión personal de asumir una actitud fraterna, fraternal. Pero fraternizar  es un logro compartido, es una forma de reciprocar. Es un estar siendo con otros.
Posibilidad y raíces de la Fraternidad
La fraternidad es un modo de la relacionalidad. Todos los seres están interrrelacionados, intervinculados. Y depende de nosotros, los seres humanos, crear vinculaciones o interrelaciones agradables, útiles, fecundas, placenteras, liberadoras. No se trata de una tarea ardua como el deber de remar contra corriente, sino de un hacer sabio, saludable y placentero,  como el de retomar la corriente adecuada, esa energía inagotable que  fluye a nuestro favor. Digo retomar porque solemos perderla pero la tuvimos y necesitamos volver a naturalizarla.
La ciencia últimamente ha confirmado que no existen razas humanas sino que hay una sola raza humana. De modo que, a pesar de las diferencias étnicas, culturales, sociales…. decir que somos hermanos es más cierto, según la ciencia,  que decir que no tenemos nada que ver con algunos otros. Por otra parete así lo venían afirmando las grandes tradiciones religioso-culturales. Todas las religiones hablan de un ser creador, -ya sea éste unipersonal o una comunidad divina-, creador de una única raza: la humanidad. La religión judeo-cristiana en particular describe la evolución  como una transformación del barro es decir de la tierra en una pareja humana de la cual descendería el género humano. En su doctrina social la Iglesia Católica hace derivar la igual dignidad de cada hombre en la creencia de que todos son hijos de un mismo Padre, Dios.
Aiban Wagua[1], Kuna de Panamá, cuenta que cuando le preguntó a su maestro Igwana por la creación del mundo, éste le dijo que los creadores (Baba y Nana) crearon todos los elementos de la naturaleza de tal modo que se necesitasen recíprocamente: “nadie puede comer solo, nadie puede vivir solo, nadie puede pensar para sí solo…todos nos tenemos que dar la mano, todos somos hijos y nietos de la Madre Tierra, cantaron los animales de la selva en la fiesta de los árboles” .
Es conocido el Ayni, principio de reciprocidad Andina, que también es vivido con distintos nombres (minga, en nuestro caso) por todos los pueblos originarios. Cada uno de los pueblos andinos sembraba aquello para lo cual su tierra era más apta, pero sembraban para todos los demás pueblos con los cuales intercambiaban, de modo que todos pudiesen disfrutar de todo tipo de alimentos. Los pueblos agrícolas Aymaras cuando sembraban ya hacían un surco para los ancianos, para los que no podían sembrar. También nuestros guaraníes practicaban esas ferias de intercambio donde “rico” era el que podía dar más: “mira que rico ese hombre que pudo darle a todos”. Y al que no podía dar se le llamaba “cara vacía”. Alguien era reconocido como hermano cuando era capaz de dar. De modo que el recíproco reconocimiento del otro como co-imprescindible, base de la fraternidad, es una fuerte identidad cultural en los pueblos originarios de América. No por casualidad no existía la palabra “hambre” en ninguna de las lenguas originarias.
Límites y fortalezas del concepto de fraternidad
El paradigma de la fraternidad tiene sus limitaciones, pero es sin duda una idea fecunda. Enseguida me referiré a esa fecundidad de este paradigma. Pero quiero decir, que no para todo el mundo “ser hermanos” significa sentirse bien con los otros. Rómulo y Remo eran hermanos, hijos de una loba (que en Italia significa “puta”) y se comportaban como verdaderos hijos de puta. Caín mató a su hermano Abel y cuando Dios le pregunta “dónde está tu hermano” él responde ¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano?.  Y si, ese era el deseo de Dios, que cada uno de nosotros sea el guardián de nuestros hermanos. Ese sería el camino de la salvación. Caín había perdido la amistad de Dios  porque no podía responder  dónde estaba su hermano. Por otra parte quién querría vivir en un mundo donde sólo hubiese  hermanos? También necesitamos novias/os; hijos; padres, tios…etc. Parece un chiste lo que digo pero quiero decir que a veces se plantea la fraternidad como una bandera ideológica, como un deber de la “militancia”, y ello le quita brillo.
Si pensamos desde la lógica de una familia numerosa donde reine la amorosidad, donde todos se quieran, se reconozcan recíprocamente como miembros, se esperen para comer, compartan juegos, salidas… en ese grupo familiar sería casi impensable que alguno se muera de hambre y otro tire comida a la basura. O que uno vista con harapos y otro luzca un anillo de diamantes. No podría concebirse semejante grado de desigualdad, de marginación. Por eso decir “fraternidad “ es decir muchas posibles políticas sociales, muchos derechos, muchas estrategias de integración.
Fraternidad fue la palabra que cambió el relato de la revolución francesa. Los mercaderes que habían acumulado dinero, sin embargo no podían comprar propiedades porque ello era un privilegio de la nobleza, entonces dijeron libertad (para comprar), y tener  propiedad,  lo cual les permitiría alcanzar  la igualdad con la nobleza . De hecho los derechos ciudadanos eran un atributo de los propietarios. En cambio será  a partir de la idea de fraternidad como la libertad y la igualdad podrán  adquirir otro sentido social y cultural novedoso y fecundo (tarea aún pendiente, para la política actual).

La fraternidad como nuevo paradigma
Mirar desde la fraternidad cambia el sentido de cada cosa.
La libertad de uno no termina cuando empieza la del otro, la libertad de uno comienza cuando encuentra otro con quien compartir un proyecto de liberación.
El mejor negocio no es aquel en el cual uno gana y otro pierde sino aquel en el cual ganan los dos  (win-win)
La mejor justicia no es aquella en la cual cada malhechor recibe su castigo, sino aquella que permite restaurar los vínculos sociales rotos, y a recuperar la malla social agujereada.
Las únicas ideas verdaderamente inteligentes a favor del ecosistema, surgen en quienes piensan a al otro y a lo otro como un tu y no como un “eso”, como una cosa (cfr. Martin Buber).
Una estrategia de salud pública, una promoción de la ciencia y la investigación e incluso una política de seguridad; o cualquier otro objetivo político, solo puede dar lugar a proyectos verdaderamente fecundos, si son pensados  desde la lógica de la hermandad, es decir de la tarea común a todos, de construir un mundo compartible, desde el mutuo reconocimiento y la mutua valoración…
Algunos Comentarios y  preguntas de la audiencia.
Ø  Yo me voy de aquí, muy contenta y convencida. Pero llego a la esquina y en la parada de colectivos me cruzo con alguien violento
Ø  Yo tengo que tomar decisiones todo el tiempo. Miro las opciones violentas y me digo no, trato de  tener otra actitud.
Ø  ¿Cómo vamos a hacer para convencer a todos de que se puede vivir más fraternalmente y menos violentamente?
Ø  La gente tiene miedo
Ø  No sé si entendí mal, pero estamos diciendo que hay menos violencia?
Ø  Que nos puede decir para trabajar a favor de una comunidad más fraterna y menos violenta?
Algunas Respuestas de Alberto  Ivern
El proceso de transformación es complejo, abarca diversos componentes: necesitamos no sólo convencernos intelectualmente sino emocionalmente, sensiblemente, desde una experiencia propia que pueda hacer el grupo: socializando (contándonos) las experiencias que vayamos pudiendo hacer, los pequeños logros, y así “naturalizando” entre nosotros ese nivel de relacionalidad deseada. Recién entonces podremos hablar desde una vivencia propia y desde una (nueva) imagen interna de lo que queremos decir, de lo que es la fraternidad y la no-violencia. Vamos a empezar a “escuchar” lo que decimos y a necesitar acuñar palabras nuevas para expresar lo que sentimos.
Las palabras “droga” “gorda” y “dar algo” se construyen con las mismas letras. Quiero decir que a veces la cuestión es qué hacemos con los datos, con las informaciones, con los recursos que tenemos, como los ordenamos, cómo asociamos los datos. A veces es preciso introducir un dato nuevo, como quienes le agregaron fraternidad a la libertad y a la igualdad. Hay que cambiar los relatos de lo que “estamos-siendo”. Hay que incorporar otras noticias a las noticias de los noticieros. Hoy han ocurrido miles de abrazos, miles de gestos de generosidad, de altruismo, asociativismo, de cooperativismo, de fraternidad… Son actitudes, gestos y acciones que también están ocurriendo pero que no son “noticia”.
Lo que más incide en cada individuo a la hora de “tomar decisiones” y elegir opciones actitudinales, es la “creencia” colectiva, el imaginario social de lo que está ocurriendo. Y ¿quién construye ese imaginario, quién fabrica e impone a todos esa imagen?.
Es importante tener estadísticas serias respecto al aumento o disminución de la violencia en un sentido cuantitativo o cualitativo. Pero lo que incide definitivamente en nosotros, es esa creencia compartida, eso que creamos que está ocurriendo y cómo procesemos ese afuera. Si creemos que es un afuera inmodificable, irreversible, automático, o si, en cambio, creemos que estamos co-produciendo ese afuera, co-incidiendo en el proceso.



[1] Poeta y ensayista del pueblo Kuna. Nació en el pueblo de Ogobsukun, de la isla de Ustupu del archipiélago de Kuna Yala, el 3 de septiembre de 1944. Estudió Filosofía en la Universidad Javeriana de Bogota. Continuó estudios en la Universidad de Comillas, en Madrid. Tiene una Licenciatura en Teología. Fue ordenado sacerdote católico en 1975 por el Papa Paulo VI, en Roma.


Lic. Alberto Ivern

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