Tras la introducción formal del Diputado Caviglia, se
dio la palabra al Diputado Ramiro Gutiérrez, quien invitó personalmente al Dr.
Macchi, para que hiciese una presentación más profunda del invitado. El Dr. Macchi, afirmó Gutiérrez, es un juez del
interior. Esta es una particularidad que no podemos obviar, porque en el
interior, las decisiones del juez actúan
directamente como una caja de resonancia sobre la población. Es un juez del
fuero penal, lugar donde rige la violencia que condena a las demás violencias. Ha
gerenciado las causas mas importantes al sur del rio salado. Se hizo conocido
por la causa Cabezas, que fue por la que mucha gente bregó para que viniera a
Buenos Aires. Sin embargo, Macchi optó por investigar y conocer culpables. El
poder judicial es el hermano pobre de los otros poderes. Es pobre de legitimidad.
Hubo un embate muy fuerte para que Macchi abandonara la causa. Pero la
población salió a defender a un vecino que era juez. Hubo toda una convocatoria
popular en defensa de su trabajo. Hoy viene a contarnos acerca de su
experiencia de cuarenta años al servicio de la judicatura.
El Dr. Macchi saludó a la Comisión y agradeció el
exceso en las palabras saludatorias. Estoy
seguro de que no me corresponden, dijo. Se me ha convocado para hablar sobre el
tema de la violencia. A mi este tema me ha desbordado cuando se me ha
interrogado sobre sus causas y sus consecuencias. “Caminante no hay camino”,
ahí puedo buscar el refugio que necesito para ocultar mi ignorancia. Se hace camino
al andar, esa es la tarea que acometeremos hoy. Nuestros ancestros discurrían
por los mares, por los lagos, pero no conocían las leyes de la navegación. Solo
acudiendo a los conocimientos prácticos
y sin ningún conocimiento científico. Esto para decir que no debemos naufragar
en discusiones teoréticas. Teoría y praxis deben encontrarse y reencontrarse
ellas mismas
¿Que es la violencia? Yo no puedo responder ese
interrogante. Solo puedo decir que siempre ha existido, que está incorporada al
ADN del ser humano. Dejo de lado la violencia natural que no deja de ser
violencia y que interactúa con la violencia
humana. Parto de esta primera separación. Dejo de lado la violencia natural que
está en el mismo origen del mundo.
La violencia humana escapa a cualquier definición tradicional
que nos dice que la violencia es una conducta o que es una acción intersubjetiva. Que puede ser
física o psíquica. Siempre cambia, es
mutante, adquiere distintos modos. También cambian los conceptos, los valores, las mascaras que usa.
¿Acaso en el concepto bíblico la manzana no fue el
origen de la violencia? No está también en el origen la primera piedra lanzada
por Caín contra su hermano? ¿No venimos y dejamos al mundo con la violencia mas
extrema que es la muerte? El hombre es mitad ángel blanco y mitad ángel negro.
Es por definición imperfecto. Solo Dios es perfecto. Los humanos que somos
carne y hueso no podemos despreciar la violencia.
Hablemos de la violencia legal ¿Acaso no está todo el
ordenamiento jurídico basado en la violencia?
Recordemos las palabras del escudo chileno: “Por la razón o por la
fuerza”. Nuestro código penal, punitivo, represivo, es violencia. Desde la
tipificación de cada delito se trata de acciones violentas que violentan el
alma, el cuerpo, pero que, en definitiva, atentan contra el cuerpo penal. Cada
una de las partes del código penal trae violencia: “será sancionado, será
reprimido, será castigado”. Cómo esperar entonces que la violencia no se
devuelva contra el derecho en un círculo y no tenga solución de
continuidad? ¿Acaso la sociedad no se
guía por penas y castigos? ¿Acaso las reglas y normas, fomentadas por la
religión o por la costumbre, no son preceptos normativos que anuncian un
castigo ante la violencia? ¿Acaso ésta violencia no está fundada, para bien o para mal en la
violencia? ¿No esta el Santo Grial del sistema Jurídico?
Hasta este punto solo esbocé la violencia pero no voy
a tratar de atraparla en una definición. Podrá la violencia ser morigerada,
reducida, erradicada? No se hasta qué punto. Por lo mutante, lo cambiante de la
violencia, desaparecerla es como un ideal. Cuando uno trata de atraparla ésta
se escapa y se aleja. De ahí la imposibilidad no solo de conceptualizarla, sino
también de extinguirla. Si se extingue la violencia se extinguirían también el
hombre y el mundo.
Ahora bien, ¿qué ocurre con la violencia en el mundo
penal, la violencia que hoy nos ocupa, la realidad que nos aqueja hoy en Argentina y en el mundo? La historia nos
muestra que el Siglo XX es uno de los más violentos, y el Siglo XXI parece seguir sus pasos. En la
realidad cotidiana nos preguntamos: ¿esa violencia, esa maldad, acaso no nos
acecha diariamente? ¿No nos preocupa? Y respecto a la seguridad, ¿No la
ansiamos como un valor opuesto a la violencia? ¿Quién de ustedes no ha sido
víctima de un delito o de un atentado contra la integridad o los bienes? ¿No
nos ha tocado la violencia a todos alguna vez?
Permítanme en este punto referirme a la obra de Dostoievski.
Esta inicialmente llevaba el título Crimen y Expiación. Es decir, convocaba
directamente al tema de la pena. El castigo es violencia. ¿Cómo podemos
cancelar o parar la violencia en la realidad de nuestros días? Yo descreo, y me
causa indignación, cuando se habla de atenuar la pobreza, de achicar la brecha
entre ricos y pobres, de brindar mayor educación y más oportunidades, más salud y bienestar a la población, como
medio para superar la violencia. Ustedes lo han escuchado, lo han leído. Y yo
me pregunto: ¿Y mientras tanto? Porque esas medidas, que son buenas, van a
tomar por lo menos tres décadas. Y en
esas décadas, la violencia en Argentina seguirá costando vidas, deshonor,
pérdida de la libertad, pérdida de los valores más sagrados: la vida, la
integridad, el honor. ¡No podemos esperar 30 años! A grandes enfermedades,
grandes y urgentes remedios. La tarea para todos los poderes es transitar el
camino de la prevención delictual. Yo quiero soluciones ya y con esto me estoy
adhiriendo a lo que quiere el ciudadano de pie, al que transita las calles de
dia, al que está detrás de las rejas de su casa mientras que los que deberían
estar presos deambulan por las calles. Qué es esto, ¿una revolución
copernicana? ¿Estamos todos locos?
La Violentología es la cara de una moneda. La otra
cara es la Victimología. Como toda moneda, no pueden verse las dos caras al
mismo tiempo. Viendo cada caso, vamos a ir avanzando en ese saber qué es la
violencia, de ese saber que provoca a cada ser humano al conocer y a la verdad.
Yo he vivido entre la violencia. Me he levantado pensando qué delitos me van a
tocar hoy, qué delincuente voy a tener que juzgar. Al delincuente lo miro, pero no tiene cara. Y
pienso, ¿lo miro a él o a la victima? Habría que tener en frente al delincuente
pero también al cadáver de la víctima al mismo tiempo, para equilibrar la
balanza. No se puede entender la Victimología sin la violentología. Si nos
olvidamos de uno no podremos entrar a conocer el otro. Más de una vez nos íbamos
a dar una ducha para sacarnos del alma el olor a putrefacción, a muerte, a
dolor, a lágrimas. Pero no logré una callosidad que me insensibilizara. En el ejercicio penal hay una gran violencia:
la de la despersonalización, la de la cosificación, la del despojo de la
espiritualidad. No por nada el poder despótico busca cosificar, masificar y
cerrar la crítica a toda persona. No de gusto los regímenes dictatoriales
recurren a la violencia para lograr sus fines totalitarios. Este es el pie para
que se hagan las observaciones correspondientes.
Yo me siento en comienzo impotente para enmarcar,
precisas y encuadrar este tema con determinación. Es tan abstracto, pero la vez
tan real y tan cruel que a uno se le escapa de las manos. La violencia ha
nacido con el hombre y seguramente morirá con él. Suprimirla es una utopía, lo
que si podemos es morigerarla, prevenir mayores consecuencias, mayor gravedad y
mayor crecimiento. Por ahora, el camino que vislumbro es la prevención como
manera de actuar sobre la violencia. Agradezco mucho su invitación y espero que
esto no sea un óbice sino un acicate para que estas charlas se hagan con
oradores más calificados y para que se realicen regularmente porque la vida no
es un llegar sino un caminar. Es la búsqueda de la verdad, un ideal. Muchas
gracias. (Aplausos del público)
Preguntas y
comentarios
El Diputado Franco Caviglia agradeció la presencia del
Dr. Macchi y reiteró la dificultad señalada por el ex juez para encontrar una
definición univoca de la violencia. Además, dijo que tenemos que convivir con
la violencia de la manera menos violenta posible. Hay que lograr un equilibrio
entre esta ambivalencia de los seres humanos. No sabemos con certeza si somos
buenos o malos por naturaleza. Lo que si sabemos es que somos un mecanismo
biológico donde siempre está la violencia como posibilidad. La violencia
siempre está presente y puede manifestarse. Pero esto no implica que el hombre
sea violento por naturaleza. Esta posibilidad no tiene que actualizarse
necesariamente.
Marta Marelli retomó las palabras del Dr Macchi en
relación con la prevención y le preguntó qué formas puede adoptar esta
coyunturalmente. ¿Qué formas de prevención pueden ser aplicadas en
Argentina, y que no vayan a ser también violentas?
El Dr, Macchi respondió que es necesaria la prevención
estatal a través de los organismos de seguridad. Pareciera que uno quisiera
volver a los tiempos pasados, dijo. Pero en este extremo al que hemos llegado,
el ciudadano tiene que ser protegido por el Estado. ¿De qué manera? A través de
la seguridad que deben brindar todas las instituciones de seguridad. En los
países más desarrollados, con menos pobreza, existe menos violencia? No. Veamos
por ejemplo a los Estados Unidos. ¿Acaso el desarrollo hizo descender los
índices de inseguridad? Claramente no. Violencia y pobreza no están
necesariamente relacionadas.
A continuación intervino el Dip. Ramiro Gutiérrez. Va
a ser muy difícil orientarnos a la violentología, dijo. En algún momento
plantee si una manera posible de abordarla no podría ser pensando en el sujeto
que la va a emplear. Si no habría que pensar en el rol del violentólogo, como
una especie de intermediador en esa relación intersubjetiva que es la
violencia. ¿Cómo hacer para intermediar y mitigar? Actualmente, el intermediador que más
visibilidad tiene es el del litigio. No hemos preparado otro tipo de
intermediador. Los abogados hemos sido formados para el litigio. A nosotros nos
formaron con la justicia de la espada. Ahora hay que formar con la justicia de
la balanza. Hay un nuevo rol del intermediador – violentólogo, como anticipador
del hecho violento. Necesita una gran prédica porque es un nuevo pastor. Es
alguien que acerca, no que confronta. Hay que formar a alguien que gerencie con nuevas herramientas que no sean
las del litigio, porque ya sabemos que estas son violentas.
El juez Macchi intervino para comentar la postura de
Gutiérrez, diciendo que esta sería una medida post- facto. Esa es una medida
que tiene lugar cuando el hecho violento ya se ha producido. Es tapar el pozo
cuando el chico ya se ha ahogado. El
Derecho Penal tiene cuatro herramientas: pena, multa, reclusión e
inhabilitación. Y el juez no cuenta sino con estas cuatro herramientas. No
puede salirse de ahí. En otros tiempos, la reprimenda judicial existía y era
efectiva. En ocasiones esta era suficiente para desalentar a un hombre a
reincidir en un delito. Quiero contarles una anécdota para mostrarle las
paradojas que tiene por momentos el derecho penal. Alguna vez vino a mi juzgado
un hombre que después de 26 años se presentaba a la justicia confesando el
asesinato de su esposa. La causa ya había prescrito, ya no se podía meter preso
ni castigarlo, así que tuve que dejarlo ir. El hombre se suicidó. Si se le
hubiese tomado declaración y se le hubiese enviado a la cárcel, al menos por el
fin de semana para expiar su culpa, quizás se le hubiese podido salvar la vida.
Esta hubiera sido una violencia ilegítima, pero en todo caso una violencia
justa, porque eliminaba el mal supremo que era que este hombre perdiera la
vida.
Pienso ahora en la figura de los jueces de paz,
continuó Macchi. Esta era una figura de intermediación para tratar delitos
menores y evitar que el sistema penal se sobrecargara. Pero ya no se utiliza
más. Lo que quiero remarcar, es que el derecho penal es la herramienta más
poderosa, pero también la más destructiva. El Derecho penal es generador permanente de violencia. El
código penal argentino es uno de los más duros que existe, si se aplicara… Pero
se aplica mal y tarde, cuando se aplica… No hay opciones, sino elegís entre una
de esas cuatro herramientas, que son todas penas. Mandamos a un hombre a la
cárcel para que salga peor, con una carga de violencia acumulada y con
resentimiento por la sociedad que lo mando preso. En vez de suprimir la
violencia le estamos agregando un plus. El “violento” sufre la carga de
violencia del derecho penal. Creo que el juez debería tener más flexibilidad,
mayores parámetros de actuación. La desconfianza en la justicia es alimentada
desde ciertos círculos políticos que le van quitando al poder judicial sus
atribuciones. A este paso, un día el código procesal penal le va a decir a los
jueces hasta con qué color de corbata tienen que ir vestidos.
Tras la reflexión del Dr. Macchi, retomó la palabra el
Diputado Caviglia: Estoy de acuerdo con el planteo del Diputado Gutiérrez de preguntarnos ¿Quién habla en nombre de la
violentología? Es necesario que haya un operador, un diciente, así como ocurre
con la Victimología y la criminología. Ese es el violentólogo, quien tiene la
misión de hablar y trabajar anticipadamente para que las circunstancias no
deseadas puedan mitigarse, prevenirse, desplazarse, puedan encontrar un
mecanismo de gestión. Ir hacia una cultura de la convivencia comunicativa. Que
podamos convivir con la violencia de la manera menos violenta posible. A veces
las teorías que estudian la violencia son autojustificatorias de la violencia
que estudian y este es un sesgo ideológico que ha de romper la violentología.
El turno de intervención correspondió a Paola Rodríguez
quien agradeció al Dr. Macchi su presencia y declaró sentirse contenta por su
visita a la Comisión. En algún momento de su intervención Dr. Macchi - agregó-
me sentí un poco perpleja, sobre todo cuando usted dijo que “los ciudadanos de
bien están detrás de las rejas de sus casas mientras que los que deberían estar
presos deambulan por las calles”, y me genera perplejidad poniéndolo en
relación con el más reciente informe de la Comisión Provincial de la Memoria sobre
violencia institucional. Según este informe, el 67% de la población carcelaria se
encuentra sin sentencia, esto sin contar las condiciones paupérrimas en que
deben vivir y la violencia que deben padecer de parte de los guardias
penitenciarios. Me pregunto qué problema es el que se soluciona enviando más
presos a las cárceles, en una coyuntura en la que las instituciones
penitenciarias están a punto de colapsar. ¿Qué responsabilidad le cabe al
sistema judicial en la situación de estos detenidos sin juicio, y en la de toda
la población carcelaria que debe sufrir el hacinamiento?
El Dr. Macchi respondió: Efectivamente, el sistema
carcelario argentino no ha funcionado. Y menos ahora con la superpoblación
carcelaria. Hay un atraso y retroceso en los procesos judiciales que responden
a una crisis general del sistema penal. El
poder judicial tiene problemas serios pues el Estado no destina
suficientes recursos tanto monetarios como políticos para fortalecerlo. Por
otro lado, el nuevo sistema de enjuiciamiento (que no es tan nuevo porque ya
lleva en vigencia varios años) no ha contribuido a agilizar la justicia sino
que ha hecho todo lo contrario. Ha producido el colapso de la administración de
justicia en la Provincia de Buenos Aires. Hay una falta de apoyo del poder
ejecutivo que sirva de sostén al ideal que está planteado en la norma. A esto
se suma una mala práctica del legislativo.
Tomó la palabra el Dip. Ramiro Gutiérrez: Decía el
Juez Zaffaroni que la pena es maldad, la pena es daño. No es rehabilitación. Esta
es una concepción realista. El delito es la expresión del fracaso de una
sociedad. No hay que llegar al delito. Ingresar al sistema carcelario ya es
perder. Hay un mito-tabú según el cual la cárcel es un lugar donde la sociedad
demanda que haya inquilinos permanentes. La cárcel va a existir siempre en
aquellos lugares en los que se espera llevar tranquilidad colectiva a ese saber
pre- científico y prejuicioso del ciudadano común. En este sentido, la cárcel
es solo un depósito que busca apaciguar la conciencia de los ciudadanos que no
están presos. A esto se suma un crecimiento del panpenalismo, que va en
progresión geométrica gracias a una lógica de legislar según las necesidades de
la coyuntura.
Retomó el Dr. Macchi: En algún momento hablamos de los
delitos menores y preguntábamos si estos deben ser relevantes para el derecho
penal, habida cuenta de que, la mayor parte de la población carcelaria se
encuentra privada de la libertad por este tipo de delitos. ¿Es correcto que
hagan parte del derecho penal o deberían ser tratados como contravenciones o
faltas menores, según el principio de oportunidad? Esto hay que analizarlo
seriamente. La realidad muestra que se empieza en el camino al delito por los
delitos menores y se sigue escalando hacia delitos mas graves. Pero este tipo
de razonamientos tienden a deslizarnos hacia la doctrina de la tolerancia cero,
y ahí aparece un cartel de peligro.
El Diputado Caviglia agradeció nuevamente al Dr.
Macchi su participación, y cerró la sesión convocando a una próxima reunión el
miércoles 22 de agosto. Siendo las 2: 30 pm se dio por terminada la Comisión.
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