17 de junio de 2013

El chivo emisario - Lucia Gayon



Reflexionando sobre el  artículo ´La lógica perversa del chivo emisario de René Ortega´, qué fácil es caer en la trampa!


Observando casos reales de chivos, hay ciertamente una lógica perversa que hace que la gente se una – incluso se une a personas que no se conocían o que no se llevan muy bien - en contra de algún chivo expiatorio o chivo emisario.


Es en eso que la unión se vuelve perversa, la unión, por ejemplo que hace que masas de gente se unan contra algún individuo, o a un grupo minoritario, sin mayor razonamiento, sin mayor compasión y sin reflexión de las consecuencias.  


A veces este fenómeno ocurre como consecuencia de la flojera o de la aburrición.  Se vuelve la diversión del momento porque no hay algo de fondo que una a las personas.  Ocurre en la escuela, en la fábrica, en los imperios empresariales, en las oficinas de gobierno, en los vecindarios, en casa  y hasta en los conventos.


Puede iniciarse de una manera muy “inocente” – a través de un sistema de comunicación “muy efectivo” que se llama el chisme.  El chisme tiene un gran poder de reproducción pues mientras más punzante sea, más rápido vuela.   Al ver el efecto mayor de esta forma de “comunicación”, es fácil añadirle, sal, pimienta, limón y un poco de chile mexicano para que pique más y entonces no solo el chisme se vuelve más interesante, sino aquel que  lo relata y que  lo comunica.


El chisme se disfraza muchas veces de confidencialidad – su elemento para que “madure” es el secreto.   Como el chisme va creciendo, cada vez que es comunicado y pasado a la siguiente persona, este se agranda, pues  la persona que es parte de esta cadena, le añade nuevos elementos para hacerlo más punzante.


De pronto,  el chisme estalla!  Y los participantes obviamente se unen por ser parte creativa de este proceso.  Cuando estalla, se victimiza al chivo con mucha fuerza.


Ya no se trata entonces de de conflictos que ocurren entre dos personas.  En este caso, cuando hay conflictos humanos, lo más fácil es comunicarlos directamente y aclararlos lo más pronto posible.


Pero a veces hay miedo o no se conoce a la persona lo suficiente para enfrentarla, o se encuentra una oportunidad para "unirse" contra el chivo  – y es ahí donde podemos caer en la tentación de compartir con un tercero aquello que no nos gusta de esa persona. Aunque también puede ocurrir que se consulte a una tercera persona con la auténtica intención de resolver el conflicto.


¿Qué nos queda por hacer?  Es posible que cuando nos toque ser “el tercero”, aquel que escucha el conflicto entre dos personas, podamos contribuir verdaderamente a que el problema se resuelva.  Una manera es escuchar atentamente y ayudar a la persona a encontrar la mejor vía para contactar a la persona con quien tiene el conflicto; ayudarle a presentar el problema ofreciendo una resolución del conflicto.  Y al ser el tercero, el que aconseja, evitar buscar a un cuarto consejero – así se puede evitar el desarrollo del chisme.


La re-conciliación tiene una dimensión lógica y práctica.  Entonces la re-conciliación consiste en exponer nuestra visión, explicarle al otro qué es lo que vemos desde la plataforma donde estamos y escuchar cuál es la plataforma de arranque del otro.  Comprender las dos visiones es un gran paso para que ocurra una re-conciliación.  Ambos pueden estar en  lo correcto.  Ahora bien, puede haber desacuerdos y está bien – ambos podemos llegar a un acuerdo de que estamos en un desacuerdo.   El tiempo nos dará más elementos para llegar a un nuevo acuerdo y madurar nuestra visión, tomando en cuenta la perspectiva del otro.


Es un proceso que implica trabajo y creatividad; implica paciencia y compasión; implica generosidad y buena voluntad.  Pero al fin, sea cuál sea el acuerdo final, es el camino, el ejercicio de las virtudes, que nos llevan a los dos a ser ganadores.

 

 Lucía Gayón

Publicado por:  www.violentologia.org

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