Me es grato volver a comunicarme con Uds.
En primer lugar a mi
entender el ser humano, hombre o mujer, nace esencialmente bueno. Es
decir es el fruto de la creaciòn y por lo tanto es concebido con amor,
salvo circunstancias especiales, por ejemplo abusos, violaciones, etc.,
no es deseado
Creo que es importante el medio ambiente en que se
desarrolla la violencia, para que trascienda a fin de constituir un
elemento perturbador y masificador. Ya que no existe el mismo grado de
paranoia en una comunidad pequeña que en una gran ciudad. Donde todo se
magnifica de manera superlartiva, lo cual hace que la percepciòn de
violencia sea mayor.
Y es precisamente este hecho social que se ve
sobredimencionado a travès del consumismo. Ya que no nos es posible
controlar el afàn consumista.Que genera reacciones diversas, con respecto a las actitudes de las personas.
Si
alguien hace ostentaciòn material, lo màs probable es que quienes estàn
debajo en la base de la piràmide social lo consideren como pasible de
ser vìctima de la violencia por medios ilìcitos ya sea robo, secuestro,
violaciòn, muerte, etc.Por el mero hecho de ser afortunado, poderoso o disponer de lo que se desea.
Para
pertenecer a un grupo social determinado hay que consumir todo o casi
todo lo que los medios audiovisuales ofrecen. De lo contrario se està
fuera del estar o no estar del mandato social propuesto por otros, de no
hacerlo se estarìa fuera del sistema. Lo cual degenera la relaciòn de
convivencia en la sociedad.
El artìculo me parece interesante,
toda vez que trata sobre situaciones cotidianas que nos obligan a
replantear què tipo de sociedad queremos construir. Si una en la que los
valores morales estèn sometidos al PODER SOBRE ÈL OTRO o eventualmente
PARA ÈL OTRO, lo cual serìa lo màs acertado ya que nos obligarìa a
repensar si las herramientas que utilizamos son las correctas.
Sòlo
el compromiso y la participaciòn nos ayudaràn a encontrar el principio
de una soluciòn que lleve a mitigar a este flagelo que azota a nuestra
sociedad.
Espero que mi humilde opiniòn les sea de alguna utilidad y deseo que volvamos a contactarnos pronto.
Un abrazo afectuoso a todos.
Néstor del Vigo
Publicado por:
www.violentologia.org
De la violencia hacia la cultura de la convivencia comunicativa por la Violentología
31 de julio de 2013
20 de julio de 2013
Sobre la "Violencia y Consumismo" - Dra. Griselda Sanguinetti
Estimado/as:
Como lo expresara en una de las primeras
intervenciones que hice en este blog valoro este espacio porque nos permite
abordar el fenómeno de la "violencia" y, si me permiten, me gustaría
acompañar a mi reflexión acerca del artículo sobre "Violencia y Consumismo"
el testimonio, en primera persona, de algunas "voces silenciadas" de
nuestros días.
El artículo sobre
"Violencia y Consumismo" me pareció muy interesante porque me hizo
reflexionar acerca de la violencia propia del espacio relacional de
nuestra época. Ella se muestra "líquida, ubicua, escurridiza,
imprevisible". Se habla de una "sociedad del consumo" donde el
deseo es reemplazado por el goce de la inmediatez y, mientras los valores se
desvanecen, la violencia ya no se ejerce como el medio para transformar el
mundo en nombre de ideales, sino como la expresión hueca de"la
violencia por la violencia misma"
En ese contexto en el
"espacio relacional" en el que acontece la "violencia"
aparecen expresiones ligadas a la pérdida de identidad; desvalorización de la
palabra; ausencia del reconocimiento del "otro" como sujeto pensante,
para dar lugar a la sombra de un "nosotros" que niega a ese otro,
silenciándolo.
Por éstas y algunas
otras razones y, a modo de testimonio, comparto con ustedes esta nota cuyo protagonista
es un ejemplo de esas "voces silenciadas" de nuestro tiempo.
Nos seguimos leyendo,
cordialmente,
Publicado por:
16 de julio de 2013
Violencia y Consumismo - Sivia Ons
El miércoles 26 de septiembre de 2012 a las 13 hs tuvo lugar la décimo
tercer sesión de la Comisión Especial de Violentología en las salas 5 y 6 del
anexo de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. A la
reunión asistieron los diputados
Alejandra Martínez, Carlos Ramiro Gutiérrez y Franco Caviglia. En
representación de los diputados Abel Buil y Viviana Nocito asistieron la señora
Marta Mareli y la Dra. Patricia Paggi, respectivamente. También concurrieron la
Lic. Paola Ventura, asesora del diputado Gutiérrez; la Lic. Lorena Ferrero, la
señora Myriam Polidoro; y Carla Jacquier, Gerardo García y Leonardo
Villafranca, asesores del Diputado Caviglia. En calidad de relatora participó
la Mag. Paola Rodríguez.
En esta oportunidad
la Comisión contó con la participación de la psicoanalista Silvia Ons, quien es
Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de
Psicoanálisis. Además es coordinadora de
la sección de Filosofía de El Sigma, integrante del comité editorial de la
revista Dispar y colaboradora del suplemento cultural del diario Perfil. Ha
escrito numerosos trabajos en diarios, revistas y libros nacionales y
extranjeros. Es autora de los Libros Violencia(s),
editorial Paidós; Una mujer como síntoma
de un hombre, editorial Tres haches y Placer
y bien. Platón- Aristóteles- Freud, en colaboración con Silvio Maresca y
Roberto Magliano.
Tras la
presentación formal de la invitada hecha por el Diputado Franco Caviglia, Paola
Rodriguez hizo una breve introducción a la obra de Ons, señalando su interés
por vincular filosofía y psicoanálisis en una reflexión contemporánea de la
violencia. Los planteamientos de Ons acerca de las violencias postmodernas,
ubicuas, deslocalizadas y sin estrategia, tienen una importancia capital para
la Comisión, en la medida en que desterritorializa la violencia del ámbito del
delito y la ideología para vincularla con cuestiones como la subjetividad, el
consumo y la desorientación axiológica del momento actual.
La conferencia de
Ons se tituló Violencia y Consumismo, a
continuación reproducimos los planteamientos principales.
Mi libro se llama
Violencia (s), en plural, justamente para connotar la variedad del fenómeno.
Esta variedad indica que no hay que entender la violencia como un ente, como
una cosa dada. Se trata de un fenómeno que existió siempre, y en otras épocas
comportaba una naturaleza incluso más cruda. Por eso no se trata de algo
comparable a lo largo del tiempo. Es necesario precisar cuáles son las
particularidades de la violencia en nuestros días. Provisionalmente, diremos
que esta violencia, que denomino postmoderna, se caracteriza por su ubicuidad y
latencia.
La violencia antes
no era tan mal vista. En la década del setenta, por ejemplo, era asumida como revolucionaria
y emancipatoria (pensemos en Fanon y Sartre). De manera que ha cambiado la manera
de concebirla. Mientras que antes estaba vinculada con la ideología, tenía un
carácter fundamentalmente instrumental en la transformación de las condiciones
sociales y tenía una finalidad, ahora la vemos expandirse sin estrategias, sin
fines. Es una violencia sin sentido. Como dirían algunos, es la violencia por
la violencia misma.
Dos son los relatos
que han querido explicar la entrada del hombre en sociedad. Por un lado, está
el relato hobbesiano, a la luz del cual el hombre es lobo del hombre, es
innatamente violento, y solo el advenimiento del Estado y de la cultura son
capaces de sacarlo del estado de guerra
permanente. Por otro lado está el relato rousseauniano, para quien el hombre
nace naturalmente bueno y es la sociedad la que lo corrompe. Mi opinión es que
no hay algo innato en la violencia, el hombre no es naturalmente bueno ni malo.
En la actualidad,
la violencia no queda relegada al estado de naturaleza, sino que se hace
presente como una sombra que amenaza lo cotidiano. El vecino ya no es más el
vecino sino un potencial enemigo. Esta visión es el resultado de un estado de
paranoia social que ha venido haciéndose cada vez más frecuente debido a una
devaluación de la palabra del otro, trayendo como resultado la incredulidad y la desconfianza. Películas como Vidas Cruzadas (Crash) de Paul Haggis,
muestran de qué modo las personas pueden caer en la paranoia social y en una sucesión
de calamidades al suponer erróneamente las intenciones del otro.
La devaluación de
la palabra tiene un segundo efecto: la incertidumbre acerca de lo que hay
detrás de la palabra dicha. Es como si las palabras no dieran su significado
inmediatamente, y hubiera necesidad de ver por detrás de ellas la verdadera
intención del diciente. Esta incredulidad y desconfianza frente a una violencia
velada o escondida detrás de la palabra, termina generando aún más violencia. Algo de este tenor ocurre en la película de
Laurent Cante Entre muros. Su ámbito
es el de una clase de francés, en un barrio de los suburbios de París, a la que
concurren alumnos de distintos orígenes culturales. El profesor trata de implementar
todos los recursos para sortear las dificultades que el aula le depara:
problemas de integración, segregación, rebeldía inusitada, multiculturalismo.
Lleva así adelante una tarea no solo docente sino que intenta ser terapéutica,
él trata de comprender, se empeña en no declinar. La escena más dramática del
film y sobre la cual quisiera detenerme se produce a partir de lo que sucede en
una reunión de consejo, conformada por los profesores y dos alumnas de la clase
como delegadas. En esa ocasión las jóvenes tienen un pésimo comportamiento:
comen, hablan entre ellas, se ríen, se burlan perturbando al docente. Este,
indignado, se desborda diciendo que ellas han tenido una actitud de
"pétasse". A consecuencia se producen terribles incidentes que
terminan con la ceja partida de una alumna, y acusaciones muy fuertes contra el
profesor. La expresión "pétasse", no sólo refiere a una prostituta
profesional, también remite a una adolescente un tanto ligera, provocativa, se
ha traducido al español como "zorra".
Las alumnas no
dudaron en afirmar que fueron nombradas así, y omitieron que el profesor había
dicho que se comportaron como tales, lo que no significa una nominación del
ser. Tampoco se incluyó el contexto la desubicación de las chicas en la reunión
que desencadenó la no feliz expresión del docente. Y tampoco valió la calidez
demostrada de este hombre frente a su curso. Solo quedó como saldo el valor
insultante del dicho y nada más. La declinación de los discursos va de la mano
con que la palabra tome el sentido de una injuria y de un agravio que llega al
corazón del ser. En este sentido, se trata de pensar en el ocaso de los
discursos, cuando la palabra es aprisionada en su instantaneidad, fuera de la
modalidad en la que es proferida.
No sólo no se
escucha la palabra del otro sino que se la interpreta siempre de manera
violenta. Es como si los discursos no admitieran matices, como ocurre con el “me
gusta” de facebook. En virtud de esta decadencia de los discursos el impulso no
es mediatizado por la palabra. Desde el psicoanálisis diríamos que allí donde
la palabra declina el impulso sobreviene, aparece la violencia. Por eso el tema
de la educación es tan importante. La película Los Coristas de Christophe Barratier, es un excelente ejemplo de
cómo una educación que fija la atención en las particularidades de cada alumno
es un antídoto para la violencia. No se trata aquí de la educación igual para
todos, sino de ver en cada niño sus características y singularidad para a
partir de allí encontrar su lugar en el coro, junto a los demás niños.
Este efecto
masificador, alcanza un nivel paroxístico en las sociedades de consumo.
Decíamos en un comienzo que la violencia contemporánea se caracteriza por no
tener más un papel redentor ni purificador (siendo en este sentido post-
revolucionaria), y por ser ubicua, polimorfa e ilimitada. Mi hipótesis es que
el consumismo incita a la violencia. Jean Claude Milner destaca una imprevista
consecuencia del principio de lo ilimitado en la sociedad ya que, a falta de un
exterior posible, el sujeto se vuelve contra si mismo. Será únicamente el
cuerpo quien da su consistencia al ser hablante, y ya no el discurso que se
había soñado universal. Parafraseando a Lyotard, diríamos que ante la caída de
los grandes relatos asistimos a una declinación de los valores en la que el “tener” se convirtió en la nueva salvación.
Yo diría, con Guy Debord (La sociedad del espectáculo), que además de tener hay
que “aparecer”. Es bueno lo que aparece aunque sea efímero. Hay actos de
violencia que son cometidos por sus autores para aparecer en los medios, para
decir “Hola, aquí estoy!”.
Lacan vaticinaba
que en las sociedades de consumo el objeto empieza a ocupar el lugar que antes
ocupaba el ideal. El problema es que uno nunca puede ser enteramente
propietario pues los bienes no solo perecen y se descartan, sino que pronto los
objetos dejan de satisfacer el deseo y necesitan ser cambiados por unos nuevos.
Como efecto, el sujeto siente que puede ser desechado con la misma rapidez que
los objetos. Esa levedad del sujeto en sus vínculos y en su vida cotidiana es
lo que el sociólogo Zigmunt Bauman denomina modernidad liquida, con todas sus
variantes: amor liquido, miedo liquido, etc. Se trata de una idea que ya había
sido planteada por el nihilismo nietzscheano y que por cierto Bauman no cita. En
las sociedades de consumo, los productos se presentan como un plus de goce. Las
mercancías vienen a llenar el vacío del sujeto, a darle lo que parece faltarle.
Pero jamás pueden ofrecer algo permanente. Ese vacío que nunca termina de
llenarse genera estados de desasosiego y en definitiva, violencia interna.
Faltaría poder tomar distancia de esos estados violentos, no buscar anular ni suspender
los impulsos sino verlos en perspectiva para poder canalizarlos. Esto habida
cuenta de que la violencia y los impulsos no pueden nunca ser eliminados, son
ancestrales.
En una sociedad en
la que los objetos valen más que la vida misma solo puede habitar la violencia.
Por eso es fundamental que no sean los objetos los llamados a llenar el vacío
del sujeto, sino que exista una vocación de vida que permita canalizar sus
impulsos, ofreciéndole una satisfacción más duradera, haciéndolo sentir bien.
Es por ello que Freud se pronunciaba a favor de todo aquello que incrementara
el desarrollo cultural como forma de disuadir la violencia. En la práctica, vemos que las
personas que encuentran satisfacción en su trabajo y en lo que realizan cotidianamente
son menos violentas. Pero el imperativo del consumo, junto con otros como el
imperativo de la belleza o el de la eterna juventud, desencadena la violencia,
¿por qué? Porque si tener el objeto es tener el ser, entonces hay que hacer lo
que sea necesario para apropiárselo, incluso arrebatárselo a otro.
Hoy vemos que el
pobre no encuentra lugar ni identidad en la sociedad. Con esto no quiero
asociar pobreza y violencia sino violencia y exclusión. En la antigüedad, el
esclavo pertenecía a un todo social, también el siervo de la gleba en la edad
media. El marxismo reintegraba a los excluidos como trabajadores que salvarían
la historia, un discurso los alojaba brindándoles significación. Hoy los pobres
están excluidos, despersonalizados, no tienen un lugar en el sistema, no tienen
un lugar en la historia ni tienen una inscripción en el discurso. Los pobres
son arrojados al hambre y peor aún, a una suerte sin inscripción. Aquí vale la
pena traer el concepto lacaniano de forclusión: lo no integrado retorna en lo
real y uno de tales retornos es la violencia misma.
Resumiendo hasta
aquí, diremos que la violencia actual se relaciona con el nihilismo, con la
caída de los ideales, con el no tener destino, y con el impulso a llenar este
vacio a través del consumo. Así por ejemplo, la violencia de género se
relaciona con la caída del valor de la virilidad (bien entendido). Cuando decae
la virilidad aparece el macho violento. Pero además hay que decir que algo
ocurre en la subjetividad de aquella mujer que quiere existir a partir de
servir a un amo. Es un tema complejo, pero habría que preguntarse por qué hay
tantas mujeres en el lugar de víctimas.
Esta pérdida de los
ideales esta asociada al proceso de secularización. Gianni Vattimo sostenía que
hoy vivimos en un mundo menos violento que antaño. El Dios del Cristianismo es
un Dios menos violento que el del antiguo testamento. Y en las sociedades
actuales donde Dios ha muerto, este nihilismo, el hecho de no ser
fundamentalista, de no aferrarse a ningún principio metafísico, es ya un buen
augurio para una sociedad más tolerante. Pero si esto es así, ¿por qué la
sociedad sigue siendo violenta? Ciertamente, hay una violencia no
fundamentalista, una violencia
nihilista. Esta violencia se relaciona
con el vacío, y más aún, con el aburrimiento y el hastío. La imagen que viene a
mi mente es la de aquella novela de Dostoievski, Los Endemoniados, donde un grupo de jóvenes aristócratas a quienes
todo les aburre, decide ir a mirar el cadáver de un suicida para experimentar sensaciones que los saquen
de su apatía habitual. En nuestro país circuló hace algún tiempo la noticia de
unos chicos adinerados que salían a la calle a golpear personas pobres para
filmarlas y después subir el video a internet. En fin, esta es una violencia
nihilista, asociada al aburrimiento, al vacio. Bien, con esto cerraría mi
intervención para que iniciemos el intercambio de ideas. Muchas gracias.
Comentarios y preguntas
Ramiro Gutiérrez:
Si la violencia es polimorfa, quiere decir que todo puede ser violencia. A su
vez, el deseo es como un saco roto. Entonces, ¿el deseo es un generador de
violencia?
Silvia Ons: Veo que
entendiste perfectamente el planteamiento. Lacan se refiere en dos momentos al
deseo. En un comienzo lo enarbola como un motor, el motor que orienta la vida
misma. Pero en otro momento, señala que el deseo debe tener un freno, debe ser
un deseo ligado a nuestra particularidad. De lo contrario desearíamos todo lo que
otros tienen. Por eso yo remarcaba el tema de construir una subjetividad
destacando la singularidad y orientando el destino de cada persona, porque
querer llenar el deseo, que es una singularidad, con un objeto masivo y
despersonalizado como el objeto mercantil, no puede más que conducir a la
frustración. Cultivar la singularidad es capital. Cuando no se cultiva la
singularidad se corroe el carácter, se logran personalidades inconsistentes.
Esto pasaba por ejemplo con un personaje como Adolf Eichmann, tan bien descrito
por Hannah Arendt. Un hombre totalmente inconsistente que para llenar su
inconsistencia, seguía órdenes y asesinaba a otros.
Ramiro Gutiérrez:
Vos hablabas de estas violencias sin teleología. Pero, cuando hay teleología, ¿quién
es el titiritero? ¿Acaso las ideologías, el mercado, el Estado? ¿A quien
visualizas vos como el titiritero que está detrás de estas violencias con un
fin?
Silvia Ons: Yo no
atribuiría un sujeto al mercado. Diría que el capital mismo ha tomado el relevo
del sujeto.
Ramiro Gutiérrez:
Pero el instinto, ¿no busca él mismo la teleología? ¿No usa por ejemplo a la
razón como pretexto para el ejercicio de la violencia?
Silvia Ons: Ah,
ahora entiendo a dónde vas. Y bueno, el psicoanálisis justamente busca llevar a
los individuos a indagar en esas razones que mueven sus instintos. Volviendo al
tema de la singularidad, Lacan sostenía que ésta era capaz de retardar el
imperativo del consumo. Por otro lado debo decir que el nihilismo tiene mala
fama, pero en sus inicios, cuando fue planteado por Nietzsche, el nihilismo
contaba también con una cara positiva. Esta cara positiva tiene que ver con el
debilitamiento de unos valores que se hallan devaluados, esto es, existen pero nadie los sigue. Y como esta
devaluación termina dando paso a unos nuevos valores. Trasladado esto a la
situación actual, vemos que valores como la justicia, la paz, existen pero la
conducta de las personas va en otra dirección. De manera que lo que habría que
preguntarse es si estos valores en realidad no están conectados con lo real de
la pulsión humana, y en este sentido, seria necesario crear unos nuevos. Si no
habría que repensar y “aggiornar” los valores de antaño para adaptarlos a
nuestra vida. La cara positiva del nihilismo es justamente su potencial creador.
Al no haber caminos marcados ni pautas universales lo que queda son puras
posibilidades. No soy pesimista pero tampoco optimista, es decir, aguardo pero
no espero. Me resisto a pensar en términos utópicos, prefiero pensar qué se
puede hacer con lo que hay, qué se puede mejorar.
Alejandra Martínez:
Ese rescate de la singularidad se relaciona también con la caída del principio
de Verdad, ¿no? Por eso hablamos hoy de verdades.
Silvia Ons: Si, sin
duda. Creo que en el ámbito educativo esto ya hizo mella. El sistema educativo
universal (basado en una idea de verdad) ya mostró sus límites. No pude hacerlo
con mis hijos, pero si con mi nieta al propender por su singularidad sin
rechazar la cuestión pulsional, sino al contrario, usándola, canalizándola.
Este es el mismo camino del psicoanálisis.
Franco Caviglia: Si
miráramos la historia en su evolución en el largo plazo, ¿tenés una mirada
optimista o pesimista respecto de ese plus de violencia? ¿Estamos en presencia
de sociedades con más violencia o con menos, si atendemos por ejemplo, a los
planteamientos de Norbert Elías acerca del proceso civilizatorio? ¿Tendemos,
como señala Steven Pinker, a una sociedad cada vez menos violenta?
Silvia Ons: Yo no
estoy tan segura de eso. Estoy de acuerdo con que en otros momentos la
violencia era más cruenta, pero también estaba más acotada respecto a la
finalidad, estaba más encuadrada. Hoy en día, incluso en lo políticamente
correcto ya se observa un trasfondo de violencia. Incluso en democracia el otro
puede ser en cualquier momento un contrincante. La democracia puede volverse
contra sí misma.
Publicado por:
Violencia de estado guerra antiterrorista e inseguridad - Dr. Marcelo Ocampo
Queridos amigos: pongo a consideración un nuevo artículo, disponible en el siguiente enlace:
http://elbaculodeasclepio.blogspot.com.ar/2013/07/violencia-de-estado-guerra.html
Un abrazo,http://elbaculodeasclepio.blogspot.com.ar/2013/07/violencia-de-estado-guerra.html
Publicado por:
www.violentologia.org
5 de julio de 2013
¿Cómo debe atender el Estado el problema de la violencia y la inseguridad? - Dr. Marcelo Ocampo
La conferencia del licenciado Diego
Gorgal, es interesante y bastante
técnica, es bueno enterarse de personas y organismos que se dedican a la
violencia. Estoy de acuerdo en el estado como morigerador del conflicto, que
son dos fuerzas en sentido contrario. Pero todo conflicto no es violencia esto
es muchos conflictos pueden superarse sin víctimas ni victimarios.
Es la lamentable que la estadística o nivel
epidemiológico, se corte en el 2007, como también lo es la realidad de falta de
diálogo entre distintos representantes del estado.
Un ética dialógica se torna imprescindible, un
nivel macro de estrategia política, un nivel meso de apoyo a redes sociales y
un nivel micro de constitución y circulación de la solidaridad entre los
habitantes de un país.
Pero no deja de preocuparte la violencia de
estado, señalada por Pilar Calveiro en su libro (Violencias de estado siglo
XXI). Allí traza un panorama de reorganización hegemónica donde hay sí víctimas
y victimarios y recoge el concepto de Homo Sacer, es decir la vida nuda de
Agamben, con el sistema de derechos ausentes por razones de terrorismo o de
estado o políticas de necesidad y urgencia.
Lo estamos viendo en el caso de las escuchas a
ciudadanos por parte del gobierno de Estados Unidos y de Gran Bretaña, y el
chivo expiatorio que ahora llaman espía.
Jean –Luc Nancy, advierte acerca de la
violencia estatal y política en el nombre de la verdad, en esta modernidad,
donde el acontecimiento ontológico es “el exilio del ser”.
En todo caso las políticas de estado
orientadas a morigerar la violencia, deben dialogar entre sí y con distintas
disciplinas, partiendo del concepto “Nada es equivalente”, porque somos
diversamente diferentes.
Si el estado parte de esta premisa, si tiene
en cuenta la diversidad en la identidad, si respeta los derechos humanos sin
separarlos de la dignidad, estamos por buen camino.
No se si esto se va a lograr pero me permito
una dosis de optimismo.
Publicado por:
Ubicación:
Buenos Aires, Argentina
4 de julio de 2013
“La nueva conflictividad y los desafíos de las políticas públicas de seguridad” - Lic. Diego Gorgal
El miércoles12 de septiembre de 2012 a las 13 hs tuvo lugar la undécima
sesión de la Comisión Especial de Violentología en las salas 5 y 6 del anexo de
la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. A la reunión
asistieron los diputados Viviana Nocito,
Carlos Ramiro Gutiérrez y Franco Caviglia. En representación de la diputada
Alejandra Martínez asistió la Lic. Celina Bustamante. También concurrieron Paola Ventura, asesora
del diputado Gutiérrez; Carolina San Román, asesora del diputado Juan de Jesús;
Gerardo García y Leonardo Villafranca, asesores del Diputado Caviglia;
Margarita Gerez de la Dirección de DDHH de Lomas de Zamora; y Norma Gandolfo de
la Dirección de DDHH de Almirante Brown. En calidad de relatora participó la
Mag. Paola Rodríguez.
En esta oportunidad la Comisión contó con la
participación del Diego Gorgal, licenciado en Ciencias Políticas con
especialización en Relaciones Internacionales. Realizó estudios de postgrado en
Control y Gestión de Políticas Públicas en FLACSO y en Economía Urbana en la
Universidad Di Tella. En el sector público se ha desempeñado como asesor en la Secretaría
de Seguridad Interior de la Nación, en el Ministerio de Justicia, Seguridad y
Derechos Humanos de la Nación, y en el Congreso de la Nación. También ha sido
Viceministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires y Subsecretario de
Seguridad Urbana de la Ciudad de Buenos Aires.
El título de la presentación del Licenciado
Gorgal fue “La nueva conflictividad y los desafíos de las políticas públicas de
seguridad”. A continuación se reproducen las ideas principales.
Celebro que sea en este marco institucional
donde se discutan a fondo los problemas que aquejan a la sociedad argentina y
no en un set de televisión donde no hay lugar para un debate serio en
intervenciones de medio minuto. Así que agradezco la invitación. Yo voy a
compartir solo algunas ideas y después quiero iniciar un intercambio con
ustedes. Dentro del marco general de esta Comisión voy a ocuparme de un sector
de ese gran campo que es la violencia y es el que atañe a la violencia
relacionada con la criminalidad. La seguridad es una consecuencia de ese
problema. Mi exposición, va a analizar los hechos violentos delictuales desde
la perspectiva del Estado, esto es, desde las políticas públicas.
Empecemos señalando que la conflictividad
moderna puede ser estudiada desde diferentes disciplinas. Sin embargo, va a ser
Julien Freund (1995), quien nos remita a una disciplina autónoma, la
polemología, a fin de estudiar los grados, tipos y raíces de los conflictos.
Desde nuestra perspectiva, el conflicto puede ser definido como una actividad humana
especifica que resulta del deseo subjetivo de personas, grupos o
conflictividades que tratan de romper la resistencia que el otro opone a su
voluntad.
En las sociedades latinoamericanas y en
Argentina en particular, el conflicto contemporáneo que más parece aquejar a
los ciudadanos es el de la criminalidad.
Sin embargo, el panorama con que nos encontramos es el de una delincuencia
organizada enfrentada a un Estado desorganizado para combatirla. Un Estado
cuyas instituciones están desarticuladas y no tienen ningún diálogo entre si.
Esta vinculación es necesaria para ver que existen conexiones entre diferentes
tipos de violencia, por ejemplo, entre la violencia doméstica (el maltrato
infantil) y la delincuencia en menores. Un niño víctima de la violencia tiene
mayor propensión a incurrir en el delito juvenil en el futuro. Esto evidencia
la necesidad de que contemos con una anteojera teórica que nos permita ver la
violencia de manera integral, pero también por razones prácticas relacionadas
con la acción del Estado sobre el territorio.
Un primer interrogante a plantear es ¿Por qué
hoy hablamos del delito como un problema público y esto no era así hace 30
años? ¿Por qué este era antes un tema eminentemente policial y ahora no lo es?
La aparición de la seguridad dentro de la agenda pública está relacionada con
toda una serie de transformaciones sociales, económicas, institucionales y
culturales, ocurridas a nivel mundial. En América latina, la mayoría de los países
comenzó a soportar una ola creciente de delitos y violencia que se proyecta
hasta la actualidad y amenaza sistemáticamente la vida, propiedad y libertad de
los ciudadanos que habitan en ellos, atentan contra la paz y tranquilidad
pública y erosionan los lazos sociales y valores comunes. Pero hay un hecho
novedoso en esta coyuntura: la aparición de la víctima como un nuevo
protagonista del problema. Mientras que en años anteriores, el hecho delictivo
aparecía en la sección de policiales y tenía como protagonista al delincuente,
ahora la noticia se localiza en la sección de seguridad o en los mismos
titulares y tiene como protagonista a la víctima. Esta transformación hace que
la criminalidad y el delito sean puestos en el centro de las preocupaciones
ciudadanas y que la seguridad empiece a ser un patrón de evaluación de la
política.
Ahora bien ¿Cómo abordar la cuestión de la
seguridad? A partir de dos dimensiones: la criminalidad objetiva, que remite al
conjunto de hechos delictivos; y la criminalidad subjetiva que tiene que ver
con las ideas, creencias, percepciones y valores que tienen los grupos sociales
acerca de la cuestión criminal. Vale decir que las dos dimensiones tienen la
misma importancia en el momento de formular políticas públicas. La sensación de
inseguridad, como expresión de la dimensión subjetiva, no es un problema menor
ya que tiene efectos sobre nuestro comportamiento cotidiano y nuestras
expectativas como ciudadanos. Actuamos en función de nuestras creencias,
valores y percepciones aún si estas no se relacionan directamente con la
realidad de los hechos. De allí que una política de seguridad deba atender las
dos dimensiones.
Vamos a referirnos en primer lugar a la
criminalidad objetiva. En efecto, Argentina ha sufrido un incremento sostenido
en el nivel de delito entre 1971 y 2008 (Ver grafico en ppt anexo). Se observan
picos de criminalidad después de cada crisis socio-económica, y cada crisis
genera un nuevo piso, cada vez más alto. Si observamos la tasa general de
victimización en la CABA vemos que en 2006, una de cada cuatro personas había
sido víctima de un delito, y que se registraban unos 24 mil casos. Recoleta era
la comuna con un menor nivel de victimización 13,5%, y Lugano la que tenía
niveles mayores con 33,7%. La tasa de homicidios total del país disminuyó en el
periodo 1971-2007. Vale aclarar que contamos con datos hasta el 2007 porque a
partir de entonces no se han hecho nuevas encuestas. En general, Argentina
tiene dificultades dada la ausencia de mediciones. Esto tiene efectos enormes
sobre la política de seguridad que termina emulando la conducta de un médico
que hace recetas por teléfono sin ver al paciente. ¿Cómo formular una política
de seguridad si no se sabe el diagnóstico de la criminalidad?
Otro factor que interesa respecto a la
criminalidad objetiva es la complejización del delito. El delito no solo es más
frecuente en el país sino que además es más complejo e imbricado, de ahí que
las respuestas deban ser también complejas. La participación de menores en la
comisión de delitos también ha aumentado, el grueso de las sentencias
condenatorias se concentra en la población entre 28 y 25 años.
Veamos ahora el panorama de la criminalidad
subjetiva. Aquí debemos considerar tres categorías: i. La preocupación por el
problema, ii. La percepción de riesgo; y iii. El temor al delito. Por otro
lado, debemos considerar los factores asociados en el surgimiento del
sentimiento de inseguridad. Estos son tanto objetivos como subjetivos y tienen
que ver con: i. La aleatoriedad del peligro de ser víctima de un delito, debido
tanto a la deslocalización del delito como a la desidentificación del mismo.
La sensación de inseguridad tiene además los
siguientes atributos: i. Es dinámica; ii. No es socialmente homogénea; iii.
Tiene una fuerte dimensión comparativa; iv. Tiene una autonomía relativa
respecto de la criminalidad objetiva (que se reduzca el delito no implica que
se reduzca la sensación de inseguridad); v. Tiene una autonomía relativa
respecto de las probabilidades objetivas de riesgo; vi. Sufre un impacto
relativo de los medios de comunicación.
Con respecto a la sensación de inseguridad,
la encuesta de victimización de la CABA (2006) arroja datos como los
siguientes: Un aumento general en la percepción de ocurrencia de delitos y
robos: superior al 50%; los tipos de delitos que mayor preocupan a la población
son el consumo de drogas y alcohol 82,9%, el robo de autos 60,2% y el robo de
casas 56, 4%. (Ver presentación anexa).
Otro dato importante a considerar, pues da
cuenta del impacto asimétrico de la violencia a lo largo del territorio
nacional es la tasa de homicidios por provincias. En el año 2009, Salta,
Catamarca y La Pampa fueron las provincias con menor tasa (menos de 1 homicidio
por cada 100 mil habitantes); mientras que Santafé, Chubut y el conurbano
bonaerense se ubicaron en los lugares más altos, con tasas superiores a 8
homicidios por cada 100 mil habitantes.
Vistos los datos anteriores, la pregunta es
¿qué hacer? ¿cómo debe atender el Estado el problema de la violencia y la
inseguridad? Es hora de hablar de una Doctrina Integral de atención del delito
y la violencia. Tal integralidad viene dada por la consideración de tres
factores de riesgo:
i.
Socio- económicos: ciclo
económico, empleo, distribución de la riqueza
ii.
Socio- demográficos y culturales:
educación, inclusión y equidad. Estos últimos son factores centrales, pues está
comprobado que son las sociedades más desiguales y no las mas pobres aquellas
con mayor tendencia a la violencia y el delito.
iii.
Institucionales: la familia, la
escuela y la comunidad como barreras que contengan el ingreso a la actividad
criminal. El Estado como morigerador del conflicto
El
Estado tiene como función la administración del conflicto para que este circule
por niveles socialmente aceptables. Para ello debe desplegar una serie de
instrumentos de política pública. Actualmente, el Estado argentino tiene serias
deficiencias para tratar la cuestión criminal ya que no logra disuadir el
delito y tampoco prevenirlo. La disuasión vendría dada por cuatro factores: -
Probabilidad de arresto (Policía), Probabilidad de sentencia (Mrio Público),
Probabilidad de condena (Justicia), y una baja Tasa de reincidencia (Sistema
Penitenciario).
Del
lado de la prevención, la función del Estado debe encaminarse a actuar sobre el
medio que condiciona la criminalidad reduciendo los incentivos de delinquir,
aumentando los costos y riesgos de incurrir en un delito, fortaleciendo las
barreras sociales e institucionales de contención para la comisión de delitos y
haciendo más difícil el acceso a drogas y armas. Estos serían los elementos de
una política pública integral de seguridad. Se trata de lograr un conjunto de
intervenciones múltiples e integradas que vayan más allá de la prevención policial
e involucren:
-
Prevención situacional
-
Prevención social: comunidad y
agencias sociales
-
Prevención policial: policía
-
Represión del delito: Ministerio
Público
-
Investigación criminal: Justicia
penal
-
Sanción penal: Justicia de
ejecución penal
-
Reclusión y tratamiento
criminológico: sistema penitenciario
-
Prevención post- penitenciaria:
Patronato de liberados
Como
se observa, se trata de una cadena progresiva que exige la comunicación y la
acción coordinada en todos los niveles institucionales involucrados. El
problema que existe en Argentina es que el Estado recibe información pero no la
sistematiza ni coordina para una acción conjunta. La pregunta en este punto es
¿qué tipo de formación policial requerimos si queremos que interactúe con otros
organismos del Estado?
Antes
de terminar quisiera detenerme en dos casos que pueden ejemplificar una
planeación integral en materia de disuasión policial y disuasión penal: El Plan
cuadrantes de seguridad preventiva de los carabineros de Chile y el Monitoreo
electrónico. El primero es importante porque permite ver cómo puede planearse
de manera ordenada la oferta y la demanda de servicios policiales a partir de
la medición de las variables en cada una de las comunas de una ciudad a partir
de la zonificación o división del territorio en cuadrantes y el cálculo a
través de una fórmula matemática. En el segundo caso, el monitoreo electrónico
pone de presente que hay alternativas intermedias a la reclusión o la
impunidad, y que es un método que reduce las tasas de reincidencia. Quería
mencionar estos dos casos como ejemplo, pero quiero concluir diciendo lo
siguiente:
-
No hay seguridad sprayette
-
Es necesario un liderazgo sinfónico
en materia de seguridad
-
Es importante planear en el largo
plazo (variables socio- económicas) pero es indispensable ver resultados en el
corto plazo (victorias tempranas)
-
Deben evitarse las revoluciones
caligráficas (leyes con dientes)
-
Es necesario conectar la macro
reforma con la micro gestión
-
Deben realizarse pactos de
Responsabilidad social corporativa
-
Debe propenderse por un servicio
civil profesional para la prevención (enfoque pandemico)
-
Hay que institucionalizar la
relación Nación- provincia- municipio en temas de seguridad
Comentarios
y preguntas:
Paola Rodríguez: Gracias Diego por aceptar la
invitación, quisiera que nos cuentes cómo fue la experiencia de realizar una
encuesta de victimización en la CABA, cómo se lograron las condiciones para que
llevara a cabo y como ves el panorama en la Provincia de Buenos Aires para
adelantar un proyecto similar.
Diego Gorgal: Fue una decisión que tomamos
con Jorge Tellerman, quisimos hacerlo con una universidad externa, la
Universidad de San Andrés, para que los datos fueran confiables. Además en esta
Universidad ya existía un equipo de investigación, donde estaban entre otros,
el sociólogo Gabriel Kessler que es ya reconocido por sus investigaciones sobre
el sentimiento de inseguridad. Tendría que decir que las condiciones estaban
dadas: había voluntad política, había un equipo de trabajo y pudimos contar con
recursos, todo esto rindió sus frutos en el año 2007. Lamentablemente esto
después no se profundizó ni se continuó.
Franco Caviglia: Diego me pareció muy clara
tu exposición. Valoro el poner la teorización al servicio del problema. Tengo
temor de estar viviendo una lógica de la coyuntura, una politización de la
política que afecta la implementación y la ejecución, que mina la continuidad.
¿Cómo podemos superar esta lógica de la coyuntura?
Diego Gorgal: La lógica de la coyuntura se
asocia con las necesidades y exigencias de las víctimas que no dan espera. La
acción del Estado se reduce a esa respuesta espasmódica a la coyuntura. Un
ejemplo: en 2004 estábamos todavía saliendo del problema del 2002: los
secuestros y la inseguridad en Vicente López y en San Isidro. Cuando la prensa
empezó a publicar titulares y tapas diciendo que el corredor norte se había
convertido en una zona roja, el Gobierno Nacional movilizó a la Gendarmería
para dar apoyo en la zona. Al mismo tiempo, Lomas de Zamora tenia 53 homicidios
por año pero en términos de prensa no había generado ningún impacto. El
problema ocurre cuando el gobierno fenece ante la coyuntura. En el fondo hay
una idea en la clase política de que estamos ante un problema irresoluble, y
esto es aún más problemático, porque se renuncia a administrar el nivel
socialmente aceptable de la conflictividad en general y de la criminalidad en
particularidad.
Franco Caviglia: Hay una tendencia a marcar
que el delito ha crecido. ¿No tendrá esto que ver con que antes el delito era un
asunto meramente policial y ahora es un tema público? ¿La aparición de la
víctima no marca esta visibilización? La aleatoriedad de la víctima y la
democratización del delito, no influyen en esta mayor visibilización del delito
y de las situaciones conflictivas? ¿O verdaderamente estamos en una espiral
ascendente con un pronóstico complicado?
Diego Gorgal: Hay objetiva y claramente un
aumento de la criminalidad objetiva. Hay muchas fuentes de datos que corroboran
esa afirmación, y además hay ideas, percepciones y creencias. Los delitos que
menos se denuncian son las violaciones y la violencia intrafamiliar. Aún así,
al aumentar la concientización han aumentado el número de denuncias. Por eso
las estadísticas no se pueden leer linealmente. Por otro lado, no hay que
desconocer que tenemos problemas precisos de medición que dificultan dar un
dato exacto acerca del crecimiento del delito.
Viviana Nocito: ¿Cómo evalúas vos el
tratamiento de los medios frente a ese crecimiento de los niveles de violencia?
Son los medíos los que sobredimensionan la realidad de la inseguridad?
Diego Gorgal: Como les señalaba hace un rato,
los medios de comunicación influyen en solo uno de las variables que componen
la sensación de la seguridad, que es la preocupación por el tema. Los medios
influyen en el establecimiento del tema en la agenda de problemas públicos,
pero es solamente este su alcance. Con respecto a otras variables como la
percepción de riesgo la influencia de los medios es decreciente así como con
respecto al miedo a ser victima de un delito. Veíamos que la percepción de
riesgo es asimétrica en la CABA, es otro factor el que dispara la percepción de
riesgo: haber sido víctima de un delito anteriormente. Por otro lado, medios
como Crónica reflejan solo el 0,1% del parte policial. Los medios hacen un
recorte muy chico de la realidad que reproducen. La gente se forma su
percepción de riesgo en función de su propia realidad: situaciones de abandono
urbano, ausencia de personal policial, presencia de adolescentes consumiendo
alcohol o drogas. Es el medio en que cada persona se desenvuelve lo que genera
su sensación de temor. Ahora bien, hay que decir que los medios no cumplen un
rol socialmente responsable con su manera de transmitir noticias. Esto no deja
de ser una hipótesis, pero si relativiza el peso que quiere dársele a los
medios en relación a la sensación de inseguridad. El lugar y el perfil de la
víctima hacen que los medios refuercen unos casos y no otros.
Referencias
bibliográficas
Freund, Julien (1983). Sociología del
conflicto. Ediciones Ejército, Madrid.
Publicado por:
www.violentologia.org
Ubicación:
La Plata, Buenos Aires, Argentina
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