Queridos amigos: adjunto las preguntas y comentarios sobre la ponencia
magnífica de la Dra. Martinez. Aprovecho la oportunidad para señalar la
acertada intervención de Paola Rodriques, en relación a que mas gente de
la sociedad pide que mas gente vaya a las cárceles. Si las cárceles son
hoy o parecen centros clandestinos de detención, la sociedad es presa
de un Karma fascista, donde la seguridad es una mitología de doble
moral. Es como el hábeas corpus negado en la noche de las corbatas, o
aquella nefasta frase "por algo habrá sido". Ayer tuvimos miedo del
terror de estado, encarnado en la figura mitológica de Pan, el dios
griego de las encrucijadas en los campos, hoy encarnado en la violencia
unilateral de los vulnerables e inermes presas del horror y entonces
Medusa paraliza y horroriza. Violencia=miedo entre Pan y Medusa.
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En referencia a la excelente
conferencia de la Dra. María
Josefina Martínez acerca de la violencia institucional ejercida desde el estado
por agentes estatales, es un violencia estructural y cultural, que a veces se
torna visible (triángulo de Galtung).
Las instituciones según la RAE:. “Cada una de las organizaciones fundamentales
de un Estado, nación o sociedad”. Pero esta definición carece de valoración
acerca de la calidad institucional y del estado al que pertenecen.
No es lo mismo un estado
Hobbesiano en lo tocante a la completa seguridad con la violencia a manos del
estado”Leviatán”, donde la violencia
estatal, es “bien vista”, que a los estados posdemocráticos globalizados donde
la violencia estatal está “mal vista”.
Los estados y sus instituciones
acuden al recurso señalado por Agamben, quien
escribe un panorama de reorganización hegemónica donde cualquiera puede
convertirse en víctima propiciatoria de un estado de excepción, donde
precisamente el derecho se suspende para garantizar una forma legal de aquello
que no puede se legal (desaparición, detención indefinida Hábeas corpus negados, tortura coacción) Es decir ese algo entre el
derecho y la política que Foucault ya había anunciado en el concepto de
biopolítica.
El concepto de Terrorismo ligado
a su simbología física ( temblor y huída) y el de horrorismo (parálisis, piel de
gallina), provocados por la violencia
como señala Adriana Cavarero en su libro “Horrorismo”, neologismo que pretende,
por un lado, refutar al término terrorismo ligado al vocabulario político de
los antiguos estados de terror y de guerra y, por otro lado, focalizar la atención en las víctima que no
son guerreros, sino personas vulnerables e inermes a merced de la violencia
“líquida” en los espacios de la urbe, abiertos, como el casco urbano, donde las
instituciones tienen roles burocráticos establecidos, donde el estado tiene una
presencia, digamos, “tolerable” y espacios como el conurbano bonaerense con
villas de emergencia en las cuáles el estado colabora con el objetivo de
clientelismo político, pero que a la
vez, está ausente de las necesidades básicas, exceptuando la asignación
familiar por hijo o la asistencia aleatoria para alguna necesidad puntual. Es
interesante el estudio de campo sobre la villa Arquitecto Tucci, de Auyero y
Berti volcados en el libro La violencia en las márgenes (conurbano bonaerense).
Otro espacio “infrazoológico lo
constituyen las cárceles, con una presencia decidida del estado o hiper-presencia
“panóptica” (Hoy mas aparente que real).
Para la situación en las
cárceles, donde muere una persona cada 38 horas y por tanto el estado está
presente para “vigilar y castigar” y no para “cuidar”, es menester tener en
cuenta el informe de Abel Córdoba, de la Procuraduría de Violencia
Institucional (PROCUVIN), donde expone los horrores del sistema
judicial-policial y carcelario y señala la necesidad de humanización del
sistema carcelario. Por esto, desde el se propone una humanización
de las cárceles que se parecen mas a centros clandestinos de la última
dictadura cívico militar. Tal vez haya llegado la hora de
pensar en una abolicionismo penal.
En cuánto a la pregunta si hay remedio para la violencia institucional, me parece importante la construcción simbólica de la empatía y de la otredad para que todos seamos pensados dignos al pertenecer a la familia humana y rescatar la acción comunicativa como medio para resolver conflictos.
Marcelo Ocampo
Publicado por:
Sociedad Iberoamericana de Violentología
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