28 de septiembre de 2013

Determinantes Sociales de la Violencia - Daniel Pedro Miguez



Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires
Comisión de Violentología
Relatoría de la sesión del 31 de octubre de 2012


El miércoles 31 de octubre de 2012 a las 13 hs tuvo lugar la décimo sexta  sesión de la Comisión Especial de Violentología en las salas 7 y 8 del anexo de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. A la reunión asistieron las diputadas Maria Alejandra Martinez, Viviana Nocito y el diputado Franco Caviglia.También concurrieron Carolina San Roman, asesora del diputado Juan de Jesús; Gerardo García, Leonardo Villafranca y Miguel Luna, asesores del Diputado Caviglia. Como invitados de la sociedad civil y organizaciones de Derechos Humanos participaron Norma Gandolfo (DDHH Almirante Brown), Margarita Gerez (Lomas de Zamora), Roberto Oscar Luciani, Alejandro Maldonado, Jorge Barreray Felisa Ojeda. En calidad de relatora participó Paola Rodríguez.

En esta oportunidad la Comisión contó con la participación del Dr. Daniel Pedro Miguez, Ph. D. (Doctorado) del Departamento de Antropología Social y Sociología del Desarrollo de la
Facultad de Ciencias Socioculturales de la Universidad de Amsterdam. Investigador de carrera del CONICET. Profesor Adjunto Exclusivo Ordinario de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Su Área profesional y de interés son los sectores marginales urbanos, desde la perspectiva disciplinar de la sociología de la cultura y antropología simbólica. Sus áreas de especialización son el conourbano y las ciudades intermedias de la Provincia de Buenos Aires. Otras de sus temáticas específicas de investigación son violencia y delito, educación y religiosidad popular. La exposición del Dr. Miguez se tituló “Las condiciones sociales de la Violencia”. A continuación reconstruimos sus puntos principales.

Mi exposición de hoy se ocupa de dos cuestiones disparadoras. Por un lado, mostrar cómo se relacionan las condiciones sociales con la evolución de diferentes formas de violencia. Es decir si existe relación entre estas dos variables y ver de qué tipo sería. Este primer punto se relaciona con una serie de discusiones éticas y políticas referidas a los efectos de relacionar pobreza y violencia. En principio, la pregunta por esta relación corre el peligro de estigmatizar a los sectores más pobres, pero esta no debe ser una excusa para no intentar responderla. Mi posición es que es mejor conocer cómo son esos vínculos, sin negar a priori la existencia de esta relación. Más que asumir una posición valorativa acerca de este vínculo, lo mejor es conocerlo. Mi trabajo apunta a mostrar relaciones más generales, más agregadas, para ver qué vinculaciones pueden establecerse entre violencia y condiciones sociales en la Argentina de los últimos 15 años.

Por otro lado, me interesa mostrar qué factores inciden en la victimización. Para ello la violencia debe ser pensada en plural, incluso la delictiva, no solo por una cuestión conceptual sino porque son distintos tipos de violencia los que afectan a cada tipo de población y cada uno de estos tiene causas diferentes.

Empezaré por mostrar en la diapositiva 2 (ver anexo), la evolución de los delitos entre 1990 y 2007, según datos tomados del Sistema Nacional de Información Criminal. En la línea roja vemos los delitos contra la propiedad con dos picos importantes en los años 2002 y 2003, y con un descenso entre 2003 y 2006. La línea verde representa los delitos contra las personas (lesiones y amenazas) el cual tiene un leve aumento a lo largo del periodo pero que no comporta picos importantes. Los delitos contra las personas no varían correlativamente con los delitos contra la propiedad. Finalmente, la linea violeta indica los homicidios por cada 100 mil hab, con dos picos en 1997 y 2002. Vemos que el hecho de que la tasa de homicidios crezca o disminuya no quiere decir que los delitos contra la propiedad hagan lo mismo. A veces evolucionan juntos y a veces no.

En la diapositiva 3 vemos la evolución de la pobreza y el desempleo. La línea roja indica la evolución de la pobreza, medida según el nivel de ingresos para satisfacer las necesidades básicas (medición iniciada por el INDEC en 1988). Tenemos aquí un pico en 1990, que coincide con la crisis inflacionaria de 1989 y un segundo pico que se sostiene por tres años entre 2000 y 2003. La curva de desempleo, aquí en color rosa, es parecida a la curva de pobreza aunque a niveles más bajos. Esto quiere decir que la cantidad de desempleados es menor a la cantidad de pobres, con lo cual hay empleados que son pobres. Esta es una situación que se remonta a mediados de la década del setenta y se agrava en los años 80.

En la diapositiva 4 se estiman las correlaciones entre condiciones sociales (desempleo y pobreza) y delito (contra la propiedad, contra las personas y homicidios). La letra p indica el nivel de asociación entre dos variables, cuando la vinculación es fuerte los valores tienen a 1 y cuando es débil tienden a cero. Entendemos que si p es mayor o igual a 0,5 estamos hablando de una vinculación fuerte. Por otro lado, LP es la correción del periodo 1993- 2002 que nos permite corroborar si se trata de una correlación sólida o no. Observando la tabla encontramos que:
-       El desempleo y los delitos contra la propiedad tienen una correlación alta: 0, 708
-       Homicidios no tienen ninguna vinculación con el desempleo: 0, 308
-       Estas relaciones no son constantes en el tiempo, pueden variar
-       Línea de pobreza en periodos inflacionarios crece por la reducción del poder adquisitivo de los salarios, esta es una variable externa a contemplar
-       Ningún fenómeno tiene una variación tan abrupta, siendo más bien procesuales. Esto quiere decir que, si las condiciones desfavorables se mantienen constantes, pueden llegar a tener una incidencia en las relaciones sociales (violencia y delito).
-       Si le sacamos a la curva los extremos (picos) y nos quedamos con el proceso más gradual de aumento de la pobreza, vemos que entonces traba una vinculación fuerte con la violencia.

Estos análisis son estimativos y solo alcanzan a dar cuenta de variaciones a nivel agregativo, con esto prevenimos caer en lo que se conoce como falacia ecológica, esto es, en querer dar cuenta de los comportamientos individuales a partir de datos agregados. Podemos decir que hay una degradación de los vínculos sociales y de los consensos morales que reglamentan las relaciones entre las personas en condiciones de crisis económica y pobreza. Esto tiene lugar por el socavamiento del sistema de expectativas de los individuos, el cual se ve afectado cuando el comportamiento de los otros se hace dificil de predecir y afecta aquello que cada uno espera lograr dentro del sistema. Esta impredecibilidad afecta a un conjunto muy hetrerogéneo de personas. Si en la sociedad se deterioran las condiciones sociales, va a haber mayores factores de riesgo para caer en la violencia. Lo que no nos dicen las estadísticas es cómo se producen exactamente estas relaciones entre pobreza y violencia.

En la diapositiva 5 vemos las condiciones sociales de la victimización en Argentina en el periodo  1990- 2007. Nuestro estudio consistio en una encuesta de victimización aplicada en 6 ciudades argentinas. Consideramos por un lado,  los efectos de características socio-demográficas (edad, género, composición familiar y nacionalidad) como factores de riesgo de ser victima de un delito. Por otra parte, quisimos ver los efectos de las redes de sociabilidad territorial. Nos interesaba medir la vinculación de un vecino con su entorno. Lo hicimos a través de cinco variables:
- Reciprocidad positiva (cooperación; amistad). A partir de preguntas como: ¿con cuántas personas (amigos, parientes)intercambia usted favores, celebraciones, etc.
- Reciprocidad negativa. ¿Con cuántas personas (vecinos, familiares) tiene lazos conflictivos?
- Capital social (organizaciones y liderazgos vecinales)
- Desorden ambiental (señales de degradación)
-Nivel de vivienda (precariedad y segregación habitacional)

Nuestro supuesto era que quienes participaran en redes vecinales serían menos proclives a ser víctimas de la violencia. Sin embargo, encontramos que en ocasiones los vinculos de reciprocidad positiva podían devenir conflictivos, incluso en periodos de tiempo muy cortos,  con lo cual,  el vínculo no necesariamente es pacificador. Asi, en la diapositiva 6 encontramos que:
-                          El 30% de los vínculos conflictivos antes habian sido vinculos de cooperación
-                          El Factor que más incide en la violencia son los conflictos entre vecinos.
-                          El desorden ambiental es un factor co- ocurrente con la violencia, no causal
-                          La condición social que más se vincula con la violencia es el nivel de vivienda. La precariedad y la segregación habitacional son factores que aumentan el riesgo de ser victima de la violencia y el delito
-                          Los niveles de educación o de ocupación no inciden fuertemente en la posibilidad de ser victima de la violencia.
-                          El factor ambiental es clave, no en si mismo como causal de violencia, sino como evidencia de una sobre- representación  de  otros factores de riesgo. Así, en lugares con desorden ambiental es más frecuente ver al segmento de la población más expuesto: mujeres pobres y jóvenes que viven solas con sus hijos.
-                          Las mujeres están expuestas un 70% más que los varones a ser víctimas de lesiones y amenazas
-                          Los hombres están expuestos un 40% que las mujeres a ser víctimas de “peaje” (pedido de dinero con amedrentramiento)
-                          La condición de género no influye mucho en el robo de la vivienda.
-                          Los menores de 30 años siempre están más expuestos a la violencia, no se pudo determinar si con respecto al robo de viviendas
-                          Los extranjeros están más expuestos a ser víctima de peaje, casi dos veces más que un argentino. Pero su condición no influye en ser víctima de robo a su vivienda
-                          Pertenecer a un hogar matrifocal aumenta en un 200% el riesgo de ser víctima de lesiones y amenazas.
-                          Los robos en viviendas no se explican por los mismos factores (edad, genero, composición familiar, nacionalidad) que los otros delitos (lesiones personales, homicidio)
-                          En general, ser joven, vivir en hogares matrifocales y ser mujer son los factores más asociados a ser victima de violencia.

Con respecto al capital social,  quisimos ver la relación existente entre las posibilidades de ser víctima  de  tres tipos de conductas violentas: (lesiones y amenazas, peajes  y  robo de viviendas) y una serie de factores referidos a las condiciones territoriales (diapositiva 7):
- Liderazgo local (no respetado)
- Maestros (no respetados)
- Redes sociales (3 o más)
- Conflictos vecinales (3 o más)
- Desorden ambiental
- Vivienda precaria y segregada

Y la correlación arrojó los siguientes datos:
-                          Los conflictos vecinales son el factor de mayor incidencia en la posibilidad de ser victima de violencia. Le siguen las condiciones de vivienda precaria y segmentada.
-                          Hay más proclividad al conflicto en aquellos lugares donde son menos respetables los líderes barriales y la policia. En sentido inverso, la presencia de liderazgos que son respetados disminuye el nivel de conflictividad y de violencia.

Aunque no hacen parte de los resultados estadísticos trabajados hasta ahora, la investigación se encuentra estudiando si otros factores como el respeto de los liderazgos políticos, la percepción respecto de los actores estatales y los gobiernos municipales  tienen una relación con las condiciones de victimización. Esta relación no sería directa (causal) pero si indirecta o mediada.

Comentarios y preguntas:

Paola Rodríguez: Leia en Miguez (2010), que otro de los factores que incrementa la sensación de inseguridad de los ciudadanos es la falta de confianza en las instituciones estatales, particularmente, aquellas que están en contacto directo como la policia y el sistema judicial. ¿Podés comentarnos algo sobre esto?

Daniel Miguez: Hasta ahora es una intuición que tenemos pero debería haber más producción de datos para estar seguros. Habria que rever la encuesta. Sin embargo, existen otras encuestas internacionales como la de latinobarometro que miden variables como la confianza en el Estado, la percepción que se tiene de este y sus autoridades, y según este estudio, la desconfianza hacia el estado tiene una relación con el sentimiento de inseguridad en la medida en que afecta los vínculos vecinales.  Algunos trabajos etnográficos que hemos realizado parecen corroborar esta hipótesis. Asi por ejemplo, hemos registrado cómo en ocasiones, ante la desconfianza en los actores estatales (policia, jueces de paz, jefes municipales, etc) los incidentes de violencia se quedan sin  mediadores de la conflictividad. Las personas hacen juicios como: ¿para qué llamamos a la policia si no va a hacer nada? O ¿para qué llamamos a la policia si esta aliada con los chorros, es un enemigo? O  “no vamos a llamar porque ahi quedamos marcados como buchones”, etc. La desconfianza en las autoridades del Estado, la renuencia a su mediación en los conflictos, tiene como consecuencia la tendencia a la acción directa por parte de los vecinos, y esto a su vez recrea un clima de sospecha permanente entre ellos. Se produce entonces una atmosfera de constante desconfianza, una fragmentación de la comunidad en virtud de la cual, todos aquellos que estén más allá de la red primaria de sociabilidad son sospechosos. Adicionalmente, al no haber mediadores legítimos la resolución de conflictos asume la forma de violencia directa. En estos momentos, y paradójicamente, las personas experimentan una sensación de indefensión ante la ausencia del Estado.

Paola Rodriguez: ¿Hay variaciones en la victimización en función de la pertenencia a algun grupo socio- económico?

Daniel Miguez: Cuando consideramos los delitos en forma agregada no hay diferencias. Haciendo un recorte podemos ver que las víctimas de delitos contra la propiedad pertenecen tanto a sectores altos como bajos. En el caso de los delitos violentos (lesiones, amenazas, peaje, y robo con violencia) hay más incidencia en los sectores más bajos. Pero esto tiene que ver con la ausencia de instancias de mediación de los conflictos.

Alejandro Maldonado: ¿Cómo incide la educación?

Daniel Miguez: Como señalabamos en la exposición, los tres factores que mayor inciden en el riesgo de ser víctima de violencia son ser mujer, joven y/o pertenecer a una familia matrifocal. Recordemos que nuestra perspectiva es la de la victima y no la del victimario. En este sentido, la educación o la ocupación poco inciden. Tampoco estamos en condiciones de decir que la educación o la ocupación influyan en el perfil de quien comete un delito, justamente porque cada sector socio- económico tiene sus tipos de delito. Entre los pobres será el robo, pero entre los más ricos será la estafa, los delitos de cuello blanco...

Franco Caviglia: Vemos que entre los sectores sociales más pobres hay una especie de acostumbramiento a los sistemas de violencia y una menor sensibilidad ante la misma,  asi como una menor empatía vecinal y una menor reciprocidad positiva. Por el contrario, en sectores medios y altos, donde las posibilidades de ser victima de violencia, son menores, hay una mayor sensibilidad ante los hechos violentos y una mayor sensación de inseguridad. ¿Podemos decir que hay una simetría entre  menor violencia objetiva y  mayor sensación de inseguridad?

Daniel Miguez: Más allá de si en los sectores más pobres pueda haber o no más victimarios, no tenemos datos que nos permitan afirmar algo asi. Lo que se observa es que en sectores deprimidos hay una adhesión más dubitativa a los valores tradicionales (consenso moral: familia- educación- trabajo). Esto es bastante asi para el conjunto de la sociedad argentina. Cuando en la encuesta preguntabamos: ¿considera usted que el trabajo es un valor positivo para la sociedad?, la gran mayoria de entrevistados contestaban afirmativamente. Pero, al mismo tiempo, cuando preguntabamos ¿cree ud, que en Argentina las personas que violan la ley o no respetan las normas son exitosas? el 40% contestaba afirmativamente. Lo que se ve entonces, es que hay una especie de convivencia de los valores positivos tradicionales y otra serie de disvalores o estereotipos negativos de conducta. En definitiva, que una parte de los argentinos parece tener un sistema de valores contradictorio. Visto en términos de clase, lo que se observa es que esta contradicción es apenas un poco mayor en los sectores pobres, y que de hecho, en estos sectores hay una heterogeneidad muy grande en el sistema de valores. Uno puede encontrar una tensión moral o contradicción en el 40- 50% de esta población. Esto quiere decir que hay otro 50-60% que suscribe los valores tradicionales unívocamente. Esta tensión moral si está asociada a la sensación de inseguridad, pues cuando una persona ve que los valores que defiende no rigen en la sociedad su sentimiento de inseguridad aumenta. La sensación de inseguridad se asocia además a otros factores que son difíciles de medir como la calidad de vida y las caracteristicas del entorno social.

Franco Caviglia: ¿Tiene algo que ver el aumento de los delitos con la sensación de inseguridad?
Daniel Miguez: Si hay una relación pero no es lineal. Hay otros factores que influyen: los medios de comunicación (no de manera directa), la percepción ciudadana acerca de la calidad de las instituciones públicas, la percepción acerca de la degradación moral de la sociedad, etc. La sensación de inseguridad tiene una causalidad compleja. Los factores enunciados inciden diferencialmente en cada momento especifico.

Alejandra Martínez: Lo tuyo son los datos duros, lo mio es más desde las percepciones y las mentalidades. Yo observo que la desconfianza hacia las instituciones estatales corre paralela a una mayor demanda por la presencia del Estado, incluso en conflictos en los que no es el llamado a resolverlos. Hay pues un mayor pedido de intervención del Estado en el mismo momento en que se encuentra sentado en el banquillo por temas de corrupción. Esto hace que no nos percibamos como parte responsable . ¿Vos como lo ves?

Daniel Miguez: Esto que señalas tiene que ver con las relaciones entre ciudadanos y Estado y con el tipo de cultura civica que tiene una sociedad. Nosotros no tratamos directamente esta temática pero hay estudios que relacionan la ausencia o las fallas en la cultura cívica con la desigualdad social (O'Donnell, 2003[1]; Nino, 1992[2]). Se ha encontrado por ejemplo, que  las democracias del norte de Europa, donde históricamente ha habido una mayor equidad social y una menor corrupción de las instituciones del Estado hay un mayor apego a las normas de parte de los ciudadanos. Ignoramos en qué orden causal se relacionan estos tres factores: equidad, transparencia y apego a las normas? Al parecer  tienen una causalidad circular. Lo que uno encuentra es que en estas sociedades, el conjunto de los ciudadanos se percibe como compartiendo un destino común y comprende las normas sociales como un factor que favorece el desarrollo colectivo. Y aqui se nos plantea una paradoja: la posibilidad de que una sociedad sea más equitativa tiene que ver con la implementación de políticas de derechos universales, por lo que  éstas tienen  que ser percibidas como parte de un proyecto ciudadano común. Estamos asi ante una sin salida porque sino hay un proyecto ciudadano común que perciba la necesidad de politicas universales, ¿cómo se puede llegar a una sociedad equitativa? Yo difiero un poco de este tipo de planteos porque me parece que nos llevan a una situación de parálisis.

Alejandra Martínez: Vos hablas de lo común, de un destino compartido, de ser parte de un proyecto... ¿A qué te referis exactamente, es algo como la idea de identidad nacional de Renán? ¿No es esto un poco peligroso?

Daniel Miguez: No, no me refiero en absoluto a algo asi. Cuando hablo de que los ciudadanos se sientan parte de algo común, me refiero a que todos en la sociedad sientan que tienen la posibilidad de desarrollar un proyecto de vida satisfactorio. Pero además, a que vean las ventajas de entablar más lazos de cooperación que de competencia.

Paola Rodriguez: Sobre el tema de los valores, tuve la oportunidad de leer un trabajo tuyo sobre la nueva cultura delictiva en sectores juveniles (2002) donde señalabas que hay una crisis de los sistemas de expectativas reciprocas que regulan las relaciones sociales por efecto de la decadencia de las comprensiones compartidas del mundo, esto es, por la ruptura de un consenso moral básico. Esta ruptura del consenso moral ha afectado incluso el sistema de valores de las subculturas delictivas y vos  mostrabas cómo los delincuentes jóvenes rompen con los códigos delictivos tradicionales. ¿ Querés contarnos un poco más de esta investigación?

Daniel Miguez: En esta investigación encontramos que, efectivamente, los delincuentes más jóvenes se alejan de los valores convencionales (familia, trabajo, escuela), si bien no los abandonan del todo. De hecho, en algunas entrevistas, algunos jóvenes que robaban hablaban de “rescatarse” en caso de que llegasen a ser padres, connotando una idea de recomposición de la familia nuclear tradicional. Otros hablaban de volver a la escuela, de estudiar y trabajar a pedido de sus madres, de manera que están pivoteando entre un sistema de valores y otro. Al interior de los grupos delincuenciales veiamos que, mientras entre los antiguos delincuentes habia una serie de pautas de regulación relativas a los vinculos estamentales, la relación antagónica con la policia, etc., las generaciones más jóvenes no respetan estas pautas: hay una victimización discriminada (no respetan mujer y niños o gente de la misma condición como los antiguos ladrones), se roban entre ellos mismos, hay un uso indiscriminado de la violencia y una mutación generalizada de los jerarquias delincuenciales. Esto esta relacionado con un menor control social sobre los jóvenes delincuentes (de parte, por ejemplo, de los delincuentes mas viejos) y de una conducta delictual más improvisada. Aún asi uno encuentra que prevalecen ciertas jerarquias, donde el “transa” ocupa el lugar más bajo en la escala social del delito. Otro factor a considerar es el cambio operado en la relación de la delincuencia con las agencias del Estado, particularmente con la policia. Lo que vemos es que tras la dictadura, la separación radical entre delincuente y policia no es siempre tal, y en este sentido, la participación de las fuerzas del orden en la actividad delictiva rompe el mundo de solidaridades internas entre los delincuentes. Se generan acumulaciones de poder por la relación privilegiada con efectivos policiales que ponen a otros delincuentes en situación de desventaja. Esto ocurre con las prácticas de connivencia entre guardias y presos en las cárceles para afectar a otros internos, para el caso está el motín de Sierra Chica en 1996.Con todo y esto, hay que decir que los valores convencionales no se han destituido totalmente, y hay una impronta de ellos que circula socialmente y se encarna en los jóvenes.

Alejandro Maldonado: ¿Qué tipo de políticas públicas son las que deben implementarse entonces?

Daniel Miguez: Sobre eso no hay discusión entre los sociólogos, es necesario avanzar en políticas de inclusión y derechos universales. La pregunta es qué tipo de políticas, en qué plazos y cómo garantizar su continuidad. Nuestras tasas de criminalidad y violencia aumentaron mucho y no van a bajar de un dia para otro. Son procesos que se desarrollan en el mediano plazo y para los cuales no hay una receta mágica.

Franco Caviglia: Bueno Daniel, nos has enriquecido con tu exposición. Queremos agradecerte por aceptar nuestra invitación y seguramente te estaremos llamando para seguir consultándote. Muchas gracias


Referencias Bibliograficas

Carlos Santiago Nino (1992). Un país al margen de la ley, Emecé, Buenos Aires

Daniel Miguez (2002). “Rostros del desorden: fragmentación social y la nueva cultura delictiva en sectores juveniles”, en Sandra Gayol y Gabriel Kessler (Compls). Violencias, delitos y justicias en la Argentina, UNGS, Manantial, Buenos Aires.

Daniel Miguez y Alejandro Islas (2010). Entre la inseguridad y el temor: Instantáneas de la sociedad actual, Paidós, Buenos Aires.

Guillermo O’ Donnell (2003) en O’Donnell, Guillermo, Iazzetta Osvaldo y Vargas Cullell, Jorge (comps.), Democracia, Desarrollo Humano y Ciudadanía, Ed. Homo Sapiens, Buenos Aires.




[1]
            Para Guillermo O'Donnell (2003), “una ciudadanía efectiva no consiste únicamente en votar sin coacción; es también un modo de relación entre los ciudadanos y el Estado y de los ciudadanos entre sí” (p.  Por ello, su concepto de cultura civica democrática remite al “conjunto de valores, creencias y prácticas que alimentan las relaciones entre ciudadanos e instituciones en una democracia. En ella se sustenta el sistema legal que establece y respalda los derechos y libertades de las personas y que prohíbe que cualquier ciudadano o institución del Estado esté por encima de la ley” (pp. 72-73)

[2]
          En Un país al margen de la ley (1992), Carlos Santiago Nino señala una  serie de conductas observables en la Argentina que configuran un conjunto social anómico: la forma en que se transita por los espacios públicos, cómo estos son cuidados, la naturalidad con que se evaden las responsabilidades cívicas (pago de impuestos, por ejemplo), la forma en que se contamina el ambiente, la extensión de la corrupción etc, testimonios todos de una sociedad abrazada a la ilegalidad entendida como falta de respeto a las normas; según Nino, el factor anómico opera por sí mismo en la generación de niveles bajos de eficiencia y productividad, y distingue tres tipos de ilegalidad diferentes: i) La mera desviación individual que ocurre cuando los individuos encuentran conveniente (para sus intereses) dejar de observar la ley (dado el probable comportamiento de otros). ii) La que se presenta cuando ocurre un conflicto social que lleva a un sector a desconocer la legitimidad de la autoridad que dicta las normas en cuestión. iii) La que llama anomia boba, que implica situaciones sociales en las que todos resultan perjudicados. La anomia boba no es resultado de intereses o valoraciones que la ley no pudo satisfacer y que se buscan satisfacer al margen de ella: es una forma de inobservancia que produce una disfuncionalidad en la sociedad.



Publicado por: