Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de
Buenos Aires
Comisión de Violentología
Relatoría
de la sesión del 31 de octubre de 2012
El miércoles 31 de octubre de 2012 a las 13 hs tuvo lugar la décimo
sexta sesión de la Comisión Especial de
Violentología en las salas 7 y 8 del anexo de la Honorable Cámara de Diputados
de la Provincia de Buenos Aires. A la reunión asistieron las diputadas Maria
Alejandra Martinez, Viviana Nocito y el diputado Franco Caviglia.También
concurrieron Carolina San Roman, asesora del diputado Juan de Jesús; Gerardo
García, Leonardo Villafranca y Miguel Luna, asesores del Diputado Caviglia.
Como invitados de la sociedad civil y organizaciones de Derechos Humanos
participaron Norma Gandolfo (DDHH Almirante Brown), Margarita Gerez (Lomas de
Zamora), Roberto Oscar Luciani, Alejandro Maldonado, Jorge Barreray Felisa
Ojeda. En calidad de relatora participó Paola Rodríguez.
En esta oportunidad
la Comisión contó con la participación del Dr.
Daniel Pedro Miguez, Ph. D. (Doctorado) del Departamento de Antropología
Social y Sociología del Desarrollo de la
Facultad de Ciencias Socioculturales de la Universidad de Amsterdam. Investigador de carrera del CONICET. Profesor Adjunto Exclusivo Ordinario de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Su Área profesional y de interés son los sectores marginales urbanos, desde la perspectiva disciplinar de la sociología de la cultura y antropología simbólica. Sus áreas de especialización son el conourbano y las ciudades intermedias de la Provincia de Buenos Aires. Otras de sus temáticas específicas de investigación son violencia y delito, educación y religiosidad popular. La exposición del Dr. Miguez se tituló “Las condiciones sociales de la Violencia”. A continuación reconstruimos sus puntos principales.
Facultad de Ciencias Socioculturales de la Universidad de Amsterdam. Investigador de carrera del CONICET. Profesor Adjunto Exclusivo Ordinario de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Su Área profesional y de interés son los sectores marginales urbanos, desde la perspectiva disciplinar de la sociología de la cultura y antropología simbólica. Sus áreas de especialización son el conourbano y las ciudades intermedias de la Provincia de Buenos Aires. Otras de sus temáticas específicas de investigación son violencia y delito, educación y religiosidad popular. La exposición del Dr. Miguez se tituló “Las condiciones sociales de la Violencia”. A continuación reconstruimos sus puntos principales.
Mi exposición de
hoy se ocupa de dos cuestiones disparadoras. Por un lado, mostrar cómo se
relacionan las condiciones sociales con la evolución de diferentes formas de
violencia. Es decir si existe relación entre estas dos variables y ver de qué
tipo sería. Este primer punto se relaciona con una serie de discusiones éticas
y políticas referidas a los efectos de relacionar pobreza y violencia. En
principio, la pregunta por esta relación corre el peligro de estigmatizar a los
sectores más pobres, pero esta no debe ser una excusa para no intentar
responderla. Mi posición es que es mejor conocer cómo son esos vínculos, sin
negar a priori la existencia de esta relación. Más que asumir una posición
valorativa acerca de este vínculo, lo mejor es conocerlo. Mi trabajo apunta a
mostrar relaciones más generales, más agregadas, para ver qué vinculaciones
pueden establecerse entre violencia y condiciones sociales en la Argentina de
los últimos 15 años.
Por otro lado, me
interesa mostrar qué factores inciden en la victimización. Para ello la
violencia debe ser pensada en plural, incluso la delictiva, no solo por una
cuestión conceptual sino porque son distintos tipos de violencia los que
afectan a cada tipo de población y cada uno de estos tiene causas diferentes.
Empezaré por
mostrar en la diapositiva 2 (ver anexo), la evolución de los delitos entre 1990
y 2007, según datos tomados del Sistema Nacional de Información Criminal. En la
línea roja vemos los delitos contra la propiedad con dos picos importantes en
los años 2002 y 2003, y con un descenso entre 2003 y 2006. La línea verde
representa los delitos contra las personas (lesiones y amenazas) el cual tiene
un leve aumento a lo largo del periodo pero que no comporta picos importantes.
Los delitos contra las personas no varían correlativamente con los delitos
contra la propiedad. Finalmente, la linea violeta indica los homicidios por
cada 100 mil hab, con dos picos en 1997 y 2002. Vemos que el hecho de que la
tasa de homicidios crezca o disminuya no quiere decir que los delitos contra la
propiedad hagan lo mismo. A veces evolucionan juntos y a veces no.
En la diapositiva 3
vemos la evolución de la pobreza y el desempleo. La línea roja indica la
evolución de la pobreza, medida según el nivel de ingresos para satisfacer las
necesidades básicas (medición iniciada por el INDEC en 1988). Tenemos aquí un
pico en 1990, que coincide con la crisis inflacionaria de 1989 y un segundo
pico que se sostiene por tres años entre 2000 y 2003. La curva de desempleo,
aquí en color rosa, es parecida a la curva de pobreza aunque a niveles más
bajos. Esto quiere decir que la cantidad de desempleados es menor a la cantidad
de pobres, con lo cual hay empleados que son pobres. Esta es una situación que
se remonta a mediados de la década del setenta y se agrava en los años 80.
En la diapositiva 4
se estiman las correlaciones entre condiciones sociales (desempleo y pobreza) y
delito (contra la propiedad, contra las personas y homicidios). La letra p
indica el nivel de asociación entre dos variables, cuando la vinculación es
fuerte los valores tienen a 1 y cuando es débil tienden a cero. Entendemos que
si p es mayor o igual a 0,5 estamos hablando de una vinculación fuerte. Por otro
lado, LP es la correción del periodo 1993- 2002 que nos permite corroborar si
se trata de una correlación sólida o no. Observando la tabla encontramos que:
-
El desempleo y los delitos contra
la propiedad tienen una correlación alta: 0, 708
-
Homicidios no tienen ninguna
vinculación con el desempleo: 0, 308
-
Estas relaciones no son constantes
en el tiempo, pueden variar
-
Línea de pobreza en periodos
inflacionarios crece por la reducción del poder adquisitivo de los salarios,
esta es una variable externa a contemplar
-
Ningún fenómeno tiene una
variación tan abrupta, siendo más bien procesuales. Esto quiere decir que, si
las condiciones desfavorables se mantienen constantes, pueden llegar a tener
una incidencia en las relaciones sociales (violencia y delito).
-
Si le sacamos a la curva los
extremos (picos) y nos quedamos con el proceso más gradual de aumento de la
pobreza, vemos que entonces traba una vinculación fuerte con la violencia.
Estos análisis son
estimativos y solo alcanzan a dar cuenta de variaciones a nivel agregativo, con
esto prevenimos caer en lo que se conoce como falacia ecológica, esto es, en
querer dar cuenta de los comportamientos individuales a partir de datos
agregados. Podemos decir que hay una degradación de los vínculos sociales y de
los consensos morales que reglamentan las relaciones entre las personas en
condiciones de crisis económica y pobreza. Esto tiene lugar por el socavamiento
del sistema de expectativas de los individuos, el cual se ve afectado cuando el
comportamiento de los otros se hace dificil de predecir y afecta aquello que
cada uno espera lograr dentro del sistema. Esta impredecibilidad afecta a un
conjunto muy hetrerogéneo de personas. Si en la sociedad se deterioran las
condiciones sociales, va a haber mayores factores de riesgo para caer en la
violencia. Lo que no nos dicen las estadísticas es cómo se producen exactamente
estas relaciones entre pobreza y violencia.
En la diapositiva 5
vemos las condiciones sociales de la victimización en Argentina en el
periodo 1990- 2007. Nuestro estudio
consistio en una encuesta de victimización aplicada en 6 ciudades argentinas.
Consideramos por un lado, los efectos
de características socio-demográficas (edad, género, composición familiar y
nacionalidad) como factores de riesgo de ser victima de un delito. Por otra
parte, quisimos ver los efectos de las redes de sociabilidad territorial. Nos
interesaba medir la vinculación de un vecino con su entorno. Lo hicimos a
través de cinco variables:
- Reciprocidad positiva (cooperación; amistad). A partir de
preguntas como: ¿con cuántas personas (amigos, parientes)intercambia usted
favores, celebraciones, etc.
- Reciprocidad negativa. ¿Con cuántas personas (vecinos,
familiares) tiene lazos conflictivos?
- Capital social (organizaciones y liderazgos vecinales)
- Desorden ambiental (señales de degradación)
-Nivel de vivienda (precariedad y segregación habitacional)
Nuestro supuesto era que quienes participaran en redes vecinales
serían menos proclives a ser víctimas de la violencia. Sin embargo, encontramos
que en ocasiones los vinculos de reciprocidad positiva podían devenir
conflictivos, incluso en periodos de tiempo muy cortos, con lo cual,
el vínculo no necesariamente es pacificador. Asi, en la diapositiva 6
encontramos que:
-
El 30% de los vínculos
conflictivos antes habian sido vinculos de cooperación
-
El Factor que más incide en
la violencia son los conflictos entre vecinos.
-
El desorden ambiental es un
factor co- ocurrente con la violencia, no causal
-
La condición social que más
se vincula con la violencia es el nivel de vivienda. La precariedad y la
segregación habitacional son factores que aumentan el riesgo de ser victima de
la violencia y el delito
-
Los niveles de educación o
de ocupación no inciden fuertemente en la posibilidad de ser victima de la
violencia.
-
El factor ambiental es
clave, no en si mismo como causal de violencia, sino como evidencia de una
sobre- representación de otros factores de riesgo. Así, en lugares con
desorden ambiental es más frecuente ver al segmento de la población más
expuesto: mujeres pobres y jóvenes que viven solas con sus hijos.
-
Las mujeres están expuestas
un 70% más que los varones a ser víctimas de lesiones y amenazas
-
Los hombres están expuestos
un 40% que las mujeres a ser víctimas de “peaje” (pedido de dinero con
amedrentramiento)
-
La condición de género no
influye mucho en el robo de la vivienda.
-
Los menores de 30 años
siempre están más expuestos a la violencia, no se pudo determinar si con
respecto al robo de viviendas
-
Los extranjeros están más
expuestos a ser víctima de peaje, casi dos veces más que un argentino. Pero su
condición no influye en ser víctima de robo a su vivienda
-
Pertenecer a un hogar
matrifocal aumenta en un 200% el riesgo de ser víctima de lesiones y amenazas.
-
Los robos en viviendas no
se explican por los mismos factores (edad, genero, composición familiar,
nacionalidad) que los otros delitos (lesiones personales, homicidio)
-
En general, ser joven,
vivir en hogares matrifocales y ser mujer son los factores más asociados a ser
victima de violencia.
Con respecto al capital social,
quisimos ver la relación existente entre las posibilidades de ser
víctima de tres tipos de conductas violentas: (lesiones
y amenazas, peajes y robo de viviendas) y una serie de factores
referidos a las condiciones territoriales (diapositiva 7):
- Liderazgo local (no respetado)
- Maestros (no respetados)
- Redes sociales (3 o más)
- Conflictos vecinales (3 o más)
- Desorden ambiental
- Vivienda precaria y segregada
Y la correlación arrojó los siguientes datos:
-
Los conflictos vecinales
son el factor de mayor incidencia en la posibilidad de ser victima de
violencia. Le siguen las condiciones de vivienda precaria y segmentada.
-
Hay más proclividad al
conflicto en aquellos lugares donde son menos respetables los líderes barriales
y la policia. En sentido inverso, la presencia de liderazgos que son respetados
disminuye el nivel de conflictividad y de violencia.
Aunque no hacen parte de los resultados estadísticos trabajados
hasta ahora, la investigación se encuentra estudiando si otros factores como el
respeto de los liderazgos políticos, la percepción respecto de los actores
estatales y los gobiernos municipales
tienen una relación con las condiciones de victimización. Esta relación
no sería directa (causal) pero si indirecta o mediada.
Comentarios y preguntas:
Paola Rodríguez: Leia en Miguez (2010), que otro de los factores
que incrementa la sensación de inseguridad de los ciudadanos es la falta de
confianza en las instituciones estatales, particularmente, aquellas que están
en contacto directo como la policia y el sistema judicial. ¿Podés comentarnos
algo sobre esto?
Daniel Miguez: Hasta ahora es una intuición que tenemos pero
debería haber más producción de datos para estar seguros. Habria que rever la
encuesta. Sin embargo, existen otras encuestas internacionales como la de
latinobarometro que miden variables como la confianza en el Estado, la
percepción que se tiene de este y sus autoridades, y según este estudio, la
desconfianza hacia el estado tiene una relación con el sentimiento de
inseguridad en la medida en que afecta los vínculos vecinales. Algunos trabajos etnográficos que hemos
realizado parecen corroborar esta hipótesis. Asi por ejemplo, hemos registrado
cómo en ocasiones, ante la desconfianza en los actores estatales (policia,
jueces de paz, jefes municipales, etc) los incidentes de violencia se quedan
sin mediadores de la conflictividad. Las
personas hacen juicios como: ¿para qué llamamos a la policia si no va a hacer
nada? O ¿para qué llamamos a la policia si esta aliada con los chorros, es un
enemigo? O “no vamos a llamar porque ahi
quedamos marcados como buchones”, etc. La desconfianza en las autoridades del
Estado, la renuencia a su mediación en los conflictos, tiene como consecuencia
la tendencia a la acción directa por parte de los vecinos, y esto a su vez
recrea un clima de sospecha permanente entre ellos. Se produce entonces una
atmosfera de constante desconfianza, una fragmentación de la comunidad en
virtud de la cual, todos aquellos que estén más allá de la red primaria de
sociabilidad son sospechosos. Adicionalmente, al no haber mediadores legítimos
la resolución de conflictos asume la forma de violencia directa. En estos
momentos, y paradójicamente, las personas experimentan una sensación de indefensión
ante la ausencia del Estado.
Paola Rodriguez: ¿Hay variaciones en la
victimización en función de la pertenencia a algun grupo socio- económico?
Daniel Miguez: Cuando consideramos los delitos
en forma agregada no hay diferencias. Haciendo un recorte podemos ver que las
víctimas de delitos contra la propiedad pertenecen tanto a sectores altos como
bajos. En el caso de los delitos violentos (lesiones, amenazas, peaje, y robo
con violencia) hay más incidencia en los sectores más bajos. Pero esto tiene
que ver con la ausencia de instancias de mediación de los conflictos.
Alejandro Maldonado: ¿Cómo incide la
educación?
Daniel Miguez: Como señalabamos en la
exposición, los tres factores que mayor inciden en el riesgo de ser víctima de
violencia son ser mujer, joven y/o pertenecer a una familia matrifocal.
Recordemos que nuestra perspectiva es la de la victima y no la del victimario.
En este sentido, la educación o la ocupación poco inciden. Tampoco estamos en
condiciones de decir que la educación o la ocupación influyan en el perfil de
quien comete un delito, justamente porque cada sector socio- económico tiene
sus tipos de delito. Entre los pobres será el robo, pero entre los más ricos
será la estafa, los delitos de cuello blanco...
Franco Caviglia: Vemos que entre los sectores
sociales más pobres hay una especie de acostumbramiento a los sistemas de
violencia y una menor sensibilidad ante la misma, asi como una menor empatía vecinal y una
menor reciprocidad positiva. Por el contrario, en sectores medios y altos,
donde las posibilidades de ser victima de violencia, son menores, hay una mayor
sensibilidad ante los hechos violentos y una mayor sensación de inseguridad.
¿Podemos decir que hay una simetría entre
menor violencia objetiva y mayor
sensación de inseguridad?
Daniel Miguez: Más allá de si en los sectores
más pobres pueda haber o no más victimarios, no tenemos datos que nos permitan
afirmar algo asi. Lo que se observa es que en sectores deprimidos hay una
adhesión más dubitativa a los valores tradicionales (consenso moral: familia-
educación- trabajo). Esto es bastante asi para el conjunto de la sociedad
argentina. Cuando en la encuesta preguntabamos: ¿considera usted que el trabajo
es un valor positivo para la sociedad?, la gran mayoria de entrevistados
contestaban afirmativamente. Pero, al mismo tiempo, cuando preguntabamos ¿cree
ud, que en Argentina las personas que violan la ley o no respetan las normas
son exitosas? el 40% contestaba afirmativamente. Lo que se ve entonces, es que
hay una especie de convivencia de los valores positivos tradicionales y otra
serie de disvalores o estereotipos negativos de conducta. En definitiva, que
una parte de los argentinos parece tener un sistema de valores contradictorio.
Visto en términos de clase, lo que se observa es que esta contradicción es
apenas un poco mayor en los sectores pobres, y que de hecho, en estos sectores
hay una heterogeneidad muy grande en el sistema de valores. Uno puede encontrar
una tensión moral o contradicción en el 40- 50% de esta población. Esto quiere
decir que hay otro 50-60% que suscribe los valores tradicionales unívocamente.
Esta tensión moral si está asociada a la sensación de inseguridad, pues cuando
una persona ve que los valores que defiende no rigen en la sociedad su sentimiento
de inseguridad aumenta. La sensación de inseguridad se asocia además a otros
factores que son difíciles de medir como la calidad de vida y las
caracteristicas del entorno social.
Franco Caviglia: ¿Tiene algo que ver el
aumento de los delitos con la sensación de inseguridad?
Daniel Miguez: Si hay una relación pero no es
lineal. Hay otros factores que influyen: los medios de comunicación (no de
manera directa), la percepción ciudadana acerca de la calidad de las
instituciones públicas, la percepción acerca de la degradación moral de la
sociedad, etc. La sensación de inseguridad tiene una causalidad compleja. Los
factores enunciados inciden diferencialmente en cada momento especifico.
Alejandra Martínez: Lo tuyo son los datos
duros, lo mio es más desde las percepciones y las mentalidades. Yo observo que
la desconfianza hacia las instituciones estatales corre paralela a una mayor
demanda por la presencia del Estado, incluso en conflictos en los que no es el
llamado a resolverlos. Hay pues un mayor pedido de intervención del Estado en
el mismo momento en que se encuentra sentado en el banquillo por temas de
corrupción. Esto hace que no nos percibamos como parte responsable . ¿Vos como
lo ves?
Daniel Miguez: Esto que señalas tiene que ver
con las relaciones entre ciudadanos y Estado y con el tipo de cultura civica
que tiene una sociedad. Nosotros no tratamos directamente esta temática pero
hay estudios que relacionan la ausencia o las fallas en la cultura cívica con
la desigualdad social (O'Donnell, 2003[1]; Nino, 1992[2]). Se ha encontrado por ejemplo, que las democracias del norte de Europa, donde
históricamente ha habido una mayor equidad social y una menor corrupción de las
instituciones del Estado hay un mayor apego a las normas de parte de los
ciudadanos. Ignoramos en qué orden causal se relacionan estos tres factores:
equidad, transparencia y apego a las normas? Al parecer tienen una causalidad circular. Lo que uno
encuentra es que en estas sociedades, el conjunto de los ciudadanos se percibe
como compartiendo un destino común y comprende las normas sociales como un
factor que favorece el desarrollo colectivo. Y aqui se nos plantea una
paradoja: la posibilidad de que una sociedad sea más equitativa tiene que ver
con la implementación de políticas de derechos universales, por lo que éstas tienen
que ser percibidas como parte de un proyecto ciudadano común. Estamos
asi ante una sin salida porque sino hay un proyecto ciudadano común que perciba
la necesidad de politicas universales, ¿cómo se puede llegar a una sociedad
equitativa? Yo difiero un poco de este tipo de planteos porque me parece que
nos llevan a una situación de parálisis.
Alejandra Martínez: Vos hablas de lo común, de
un destino compartido, de ser parte de un proyecto... ¿A qué te referis exactamente,
es algo como la idea de identidad nacional de Renán? ¿No es esto un poco
peligroso?
Daniel Miguez: No, no me refiero en absoluto a
algo asi. Cuando hablo de que los ciudadanos se sientan parte de algo común, me
refiero a que todos en la sociedad sientan que tienen la posibilidad de
desarrollar un proyecto de vida satisfactorio. Pero además, a que vean las
ventajas de entablar más lazos de cooperación que de competencia.
Paola Rodriguez: Sobre el tema de los valores,
tuve la oportunidad de leer un trabajo tuyo sobre la nueva cultura delictiva en
sectores juveniles (2002) donde señalabas que hay una crisis de los sistemas de
expectativas reciprocas que regulan las relaciones sociales por efecto de la
decadencia de las comprensiones compartidas del mundo, esto es, por la ruptura
de un consenso moral básico. Esta ruptura del consenso moral ha afectado
incluso el sistema de valores de las subculturas delictivas y vos mostrabas cómo los delincuentes jóvenes rompen
con los códigos delictivos tradicionales. ¿ Querés contarnos un poco más de
esta investigación?
Daniel Miguez: En esta investigación
encontramos que, efectivamente, los delincuentes más jóvenes se alejan de los
valores convencionales (familia, trabajo, escuela), si bien no los abandonan del
todo. De hecho, en algunas entrevistas, algunos jóvenes que robaban hablaban de
“rescatarse” en caso de que llegasen a ser padres, connotando una idea de
recomposición de la familia nuclear tradicional. Otros hablaban de volver a la
escuela, de estudiar y trabajar a pedido de sus madres, de manera que están
pivoteando entre un sistema de valores y otro. Al interior de los grupos
delincuenciales veiamos que, mientras entre los antiguos delincuentes habia una
serie de pautas de regulación relativas a los vinculos estamentales, la
relación antagónica con la policia, etc., las generaciones más jóvenes no
respetan estas pautas: hay una victimización discriminada (no respetan mujer y
niños o gente de la misma condición como los antiguos ladrones), se roban entre
ellos mismos, hay un uso indiscriminado de la violencia y una mutación
generalizada de los jerarquias delincuenciales. Esto esta relacionado con un
menor control social sobre los jóvenes delincuentes (de parte, por ejemplo, de
los delincuentes mas viejos) y de una conducta delictual más improvisada. Aún
asi uno encuentra que prevalecen ciertas jerarquias, donde el “transa” ocupa el
lugar más bajo en la escala social del delito. Otro factor a considerar es el
cambio operado en la relación de la delincuencia con las agencias del Estado,
particularmente con la policia. Lo que vemos es que tras la dictadura, la
separación radical entre delincuente y policia no es siempre tal, y en este
sentido, la participación de las fuerzas del orden en la actividad delictiva
rompe el mundo de solidaridades internas entre los delincuentes. Se generan
acumulaciones de poder por la relación privilegiada con efectivos policiales
que ponen a otros delincuentes en situación de desventaja. Esto ocurre con las
prácticas de connivencia entre guardias y presos en las cárceles para afectar a
otros internos, para el caso está el motín de Sierra Chica en 1996.Con todo y
esto, hay que decir que los valores convencionales no se han destituido
totalmente, y hay una impronta de ellos que circula socialmente y se encarna en
los jóvenes.
Alejandro Maldonado: ¿Qué tipo de políticas
públicas son las que deben implementarse entonces?
Daniel Miguez: Sobre eso no hay discusión
entre los sociólogos, es necesario avanzar en políticas de inclusión y derechos
universales. La pregunta es qué tipo de políticas, en qué plazos y cómo
garantizar su continuidad. Nuestras tasas de criminalidad y violencia
aumentaron mucho y no van a bajar de un dia para otro. Son procesos que se
desarrollan en el mediano plazo y para los cuales no hay una receta mágica.
Franco Caviglia: Bueno Daniel, nos has
enriquecido con tu exposición. Queremos agradecerte por aceptar nuestra
invitación y seguramente te estaremos llamando para seguir consultándote.
Muchas gracias
Referencias
Bibliograficas
Carlos Santiago
Nino (1992). Un país al margen de la ley,
Emecé, Buenos Aires
Daniel Miguez
(2002). “Rostros del desorden: fragmentación social y la nueva cultura
delictiva en sectores juveniles”, en Sandra Gayol y Gabriel Kessler (Compls). Violencias,
delitos y justicias en la Argentina, UNGS, Manantial, Buenos Aires.
Daniel Miguez y
Alejandro Islas (2010). Entre la inseguridad y el temor: Instantáneas de la
sociedad actual, Paidós, Buenos Aires.
Guillermo O’
Donnell (2003) en O’Donnell, Guillermo, Iazzetta Osvaldo y Vargas Cullell,
Jorge (comps.), Democracia, Desarrollo Humano y Ciudadanía, Ed. Homo
Sapiens, Buenos Aires.
[1]
Para Guillermo O'Donnell (2003), “una ciudadanía efectiva no consiste únicamente en votar sin coacción; es también un modo de relación entre los ciudadanos y el Estado y de los ciudadanos entre sí” (p. Por ello, su concepto de cultura civica democrática remite al “conjunto de valores, creencias y prácticas que alimentan las relaciones entre ciudadanos e instituciones en una democracia. En ella se sustenta el sistema legal que establece y respalda los derechos y libertades de las personas y que prohíbe que cualquier ciudadano o institución del Estado esté por encima de la ley” (pp. 72-73)
Para Guillermo O'Donnell (2003), “una ciudadanía efectiva no consiste únicamente en votar sin coacción; es también un modo de relación entre los ciudadanos y el Estado y de los ciudadanos entre sí” (p. Por ello, su concepto de cultura civica democrática remite al “conjunto de valores, creencias y prácticas que alimentan las relaciones entre ciudadanos e instituciones en una democracia. En ella se sustenta el sistema legal que establece y respalda los derechos y libertades de las personas y que prohíbe que cualquier ciudadano o institución del Estado esté por encima de la ley” (pp. 72-73)
[2]
En Un país al margen de la ley (1992), Carlos Santiago Nino señala una serie de conductas observables en la Argentina que configuran un conjunto social anómico: la forma en que se transita por los espacios públicos, cómo estos son cuidados, la naturalidad con que se evaden las responsabilidades cívicas (pago de impuestos, por ejemplo), la forma en que se contamina el ambiente, la extensión de la corrupción etc, testimonios todos de una sociedad abrazada a la ilegalidad entendida como falta de respeto a las normas; según Nino, el factor anómico opera por sí mismo en la generación de niveles bajos de eficiencia y productividad, y distingue tres tipos de ilegalidad diferentes: i) La mera desviación individual que ocurre cuando los individuos encuentran conveniente (para sus intereses) dejar de observar la ley (dado el probable comportamiento de otros). ii) La que se presenta cuando ocurre un conflicto social que lleva a un sector a desconocer la legitimidad de la autoridad que dicta las normas en cuestión. iii) La que llama anomia boba, que implica situaciones sociales en las que todos resultan perjudicados. La anomia boba no es resultado de intereses o valoraciones que la ley no pudo satisfacer y que se buscan satisfacer al margen de ella: es una forma de inobservancia que produce una disfuncionalidad en la sociedad.
En Un país al margen de la ley (1992), Carlos Santiago Nino señala una serie de conductas observables en la Argentina que configuran un conjunto social anómico: la forma en que se transita por los espacios públicos, cómo estos son cuidados, la naturalidad con que se evaden las responsabilidades cívicas (pago de impuestos, por ejemplo), la forma en que se contamina el ambiente, la extensión de la corrupción etc, testimonios todos de una sociedad abrazada a la ilegalidad entendida como falta de respeto a las normas; según Nino, el factor anómico opera por sí mismo en la generación de niveles bajos de eficiencia y productividad, y distingue tres tipos de ilegalidad diferentes: i) La mera desviación individual que ocurre cuando los individuos encuentran conveniente (para sus intereses) dejar de observar la ley (dado el probable comportamiento de otros). ii) La que se presenta cuando ocurre un conflicto social que lleva a un sector a desconocer la legitimidad de la autoridad que dicta las normas en cuestión. iii) La que llama anomia boba, que implica situaciones sociales en las que todos resultan perjudicados. La anomia boba no es resultado de intereses o valoraciones que la ley no pudo satisfacer y que se buscan satisfacer al margen de ella: es una forma de inobservancia que produce una disfuncionalidad en la sociedad.
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