23 de octubre de 2013

¿Influyen o no los medios de comunicación en la aparición de conductas violentas en los espectadores? - Marcelo Ocampo



¿Influyen o no los medios de comunicación en la aparición de conductas violentas en los espectadores? 

El interesante  artículo sobre “La violencia en los medios de comunicación”, de Miguel Santagada, http://violentologia.blogspot.mx/2013/10/la-violencia-en-los-medios-de.html dividido en dos partes, la primera llamada en busca de certezas, apoyado en estudios de corte epidemiológico y relacionado con las características de la violencia y la segunda sobre las conductas antisociales (victimización estigmatización de grupos vulnerables), muestra que la pregunta acerca de la influencia en las conductas violentas de los espectadores, no es unívoca.
Si bien los estudios de corte epidemiológicos mostrados en el artículo no son concluyentes, otro estudio publicado por Faith McLellan en The Lancet: February 2002: Volumen 359: Number 9305, acerca de la vinculación de la violencia en adolescentes, realizado en USA y en Israel, muestran los efectos directos de un programa televisivo denominado World Wrestling Federation (WWF) visto por alrededor de   35 millones de personas en los Estados Unidos y que contiene secuencias de lucha, sexo explícito, comportamientos violentos y lenguaje soez, demostró una asociación significativa entre sus más jóvenes televidentes con: el uso de alcohol, tabaco y drogas; tenencia de armas; y peleas. La prevalencia es mayor en las niñas que en los niños.

Es interesante resaltar un estudio sobre la prevalencia del impacto de la violencia en los chicos sin antecedentes criminales respecto a los que sí tienen antecedentes delictivos  y curiosamente miran menos estos programas violentos y juegan menos a videogames sobre violencia. (Hagell & Newburn (1994), Young Offenders and the Media: Viewing Habits and Preferences).

En cuántos a las características de la en los medios señaladas por el autor,   me interesa señalar la “omnipresencia” de la violencia directa en los medios y el ocultamiento de la violencia estructural y cultural que legitiman la violencia directa (Galtung). 

Parece normal en este sentido, la discriminación social, la pobreza, la violencia de género y el echo señalado por Auyero y Verti en el libro “La violencia en los márgenes”,  que las  discusiones públicas sobre inseguridad, tienen como protagonistas a los sectores  medios y altos en la escala social, un discurso hegemónico, porque los que experimentan la victimización son los que están mas abajo en este orden social, entre los más desposeídos, esto es, allí donde el estado no está y la violencia interpersonal es la ley del ojo por ojo.
Otra característica mencionada en el artículo de Santagada, es la banalización de la violencia, vale decir el peligro de hacer trivial una conducta desproporcionada como un asesinato o una violación o un asalto. Esta banalización tiene el efecto doble de desensibilizar a la audiencia por un lado y por otro de crear una sensación de temor y de horror exagerados perdiendo la posibilidad de juzgar lo real de la ficción.

A modo de conclusión puede afirmarse que la violencia en los medios y sus efectos en la aparición de conductas violentas, no es una respuesta unívoca.  Los estudios no son concluyentes pero en algunas personas, pueden relacionarse, con aumento de agresión en personas mas susceptibles, el manejo hegemónico en cuánto a la violencia que se muestra vale decir, la violencia directa y aquella que se esconde que es la violencia estructura y cultural.   
    
Por otra parte, el siglo XX  ha sido marcado por la sangre derramada, en dos guerras mundiales, en los estados nación enfrentados, en los terrorismos de estado, es decir un siglo bajo el signo del dios Pan: aquel que se aparecía en los caminos y provocaba la huída, el pánico. 

El siglo XXI está marcado por el horror representado por Medusa (parálisis, piel de gallina, crimen ontológico) y es precisamente por lo inesperado, una violencia “líquida” en la cuál todos somos víctimas vulnerables e inermes.

Marcelo Ocampo

Otras fuentes consultadas:

1. Cavarero A. Horrorismo. Ed, Anthropos, 2009

2. Bauman Z. La cultura en el mundo de la modernidad líquida. FCE, 2013.

3. Auyero

17 de octubre de 2013

Conocer mediante la indisciplina de Franco Caviglia - respuesta de Luis Felipe Castrillón

Teniendo encuenta que ella, la violencia, es multifactorial, dinámica  cambiante, metamorfica y con altas metastasis, ella debe ser comprendida, analizada y explicada desde campos interdisciplinares que den cuenta tanto de sus causas, como de sus efectos con el telos de realizar intervenciones en diferentes escenarios de la vida cotidiana de grupos e individuos, de las dinámicas institucionales que instituyen a los anteriores; pero sobre todo que ellos se entiendan como gestores  de cambios en las instituciones; es decir, el movimiento que instituye instituciones. el caso colombiano es de una complejidad enorme, y mas que su estructura, sus bases aun no han cimentado y forjado a lo largo de nuestra historia. podríamos decir metaforicamente que Colombia en su dinámica no ha cimentado sus dinámicas tanto institucionales como sociales, estamos en un Estado gelatinoso que después de 200 años de nuestra historia presente aun no se ha solidificado y por ende cualquier movimiento de la estructura es semejante a lo que en geología llaman el fenómeno de licuefacción que genera catástrofes  desde este sentido, catástrofes de lo social, político, económico  etc que como consecuencia dan alusiones en el imaginario y la representación de nuestra condición como el País occisida, el país del terror, de la violencia...es mucho lo que hay que hacer...


Luis Felipe Castrillón


Publicado por:
www.violentologia.org

16 de octubre de 2013

La violencia en los medios de comunicación - Miguel Santagada



Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires

Comisión de Violentología

Relatoría de la sesión del 10 de abril de 2013



El miércoles 10 de abril de 2013 a las 13 hs tuvo lugar la décimo séptima sesión de la Comisión Especial de Violentología en las salas 6 y 7 del anexo de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. A la reunión asistieron Gerardo García, en representación del Diputado Franco Caviglia; el Dr. Enrique del Percio, de la Sociedad Iberoamericana de Violentologia y  Alejandro Maldonado, Felisa Ojeda, Mabel  Bergero, Maria Isabel Echazu, Norma Gandolfo, Roberto Luciani, Myriam Benitez, Sebastián Rivero, Maria José Villafañe, Nora Martínez y Patricia Farah, del Municipio de Almirante Brown. En calidad de relatora participó  Paola Rodríguez.



En esta oportunidad la Comisión contó con la participación del  Dr. Miguel Angel Santagada,  docente e investigador de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires  y  de la Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Director del proyecto de investigación UBACYT Las representaciones audiovisuales de la violencia: conflicto, necesidades insatisfechas y violencia estructural. Autor de Paternalismos Huérfanos. Comunicación, democracia, globalización (2004) y compilador de Ensayos sobre arte, comunicación y políticas culturales (2012), entre otros textos. El título de su intervención fue:  “Los medios: ¿factores de conducta antisocial?” A continuación reproducimos las ideas principales:



La primera parte de la conferencia se tituló En busca de certezas.  Alli se aportaron algunos datos significativos relativos a la incidencia de los medios de comunicación en el desarrollo de conductas antisociales. Como en Argentina son pocos los estudios adelantados en este sentido, el expositor acudió a aquellos desarrollados en Estados Unidos y Europa. Sobre los ismos, advirtió que no han sido promovidos por los Estados o autoridades públicas sino por organizaciones civiles de diverso signo ideológico que buscan culpabilizar o exonerar a los medios como factores causantes de la violencia. El primer estudio citado fue el de  Jeff J. McIntyre “Media Violence in the NewsAmerican Psychological Association Public Policy Initiatives”, donde se expone la  estadistica de la APA Task Force on Children and Television, según la cual los chicos norteamericanos presencian unos 8000 asesinatos y unos 100000 actos violentos antes de terminar la escuela primaria.



Pero, ¿cuáles serían las características de la violencia que es transmitida por los medios? Una primera es su omnipresencia. La violencia televisiva aparece en la  ficción, en los informativos, en los  documentales y en los reality shows.Todo género televisivo tiende a mostrar  en pantalla alguna forma de violencia:  simbólica, política, delincuencial, pero también es cierto que no todas las formas de violencia se muestran. Hay formas de violencia social poco frecuentadas como la pobreza, la marginalidad y la discriminación.



Otra característica de la violencia televisiva  es el reduccionismo. En los medios las violencias son reducidas a hechos escabrosos de gran impacto e interés para las grandes audiencias como luchas, tiroteos y enfrentamientos. Esto invisibiliza formas de violencia institucional y estructural de las cuales son víctimas millones de personas en el mundo.

En tercer lugar, la violencia es presentada como quedando siempre en la impunidad. Los actos violentos suelen quedar sin castigo aunque “reciban su merecido”. Además la violencia parece como neutral, esto es, yendo más allá del bien o del mal, cualquier personaje bueno o malo la puede ejercer. Estas condiciones hacen que la audiencia tienda a sentir que vive en un mundo sórdido, que la sociedad actual es peor que la del pasado.



Una cuarta característica es la banalización. Banalizar significa presentar un hecho extraordinario como si tratara de algo común.La puesta en escena de la violencia televisiva es efectista: apunta a la sorpresa. Muestra siempre la “Perspectiva del triunfador”:  no se muestra el dolor de las víctimas o sus daños físicos y emocionales. Además, la retórica de la violencia televisiva cosifica a las víctimas, y desensibiliza a las audiencias.



Finalmente, la violencia televisiva es caracterizada por su inevitabilidad. La violencia aparece como el único recurso eficaz para cualquier conflicto y la no utilización de la violencia se presenta en términos de incapacidad, no de opción racional o ética. En este sentido, se desconoce que la sociedades contemporánea está llena de conflictos de todo tipo, pero que no todos pueden resolverse por la via de la violencia, al estilo de Hollywood. En los realities por ejemplo, la reacción inmediata que es exaltada es la agresividad, esta parece estar siempre a flor de piel.



Otras evidencias que nos permiten conocer el panorama de las escenas violentas son las siguientes: El 98% de los hogares tienen por lo menos un receptor de televisión, y 16% de los niños de edades comprendidas entre 2 y 17 años  pasan 10 horas por día en entornos mediáticos.

Ahora bien, ¿influyen o no los medios de comunicación en la aparición de conductas violentas en los espectadores? Los estudios no solo no son concluyentes sino que ofrecen resultados en uno y otro sentido. Veamos:

-             Según Georges Gerbner y Jo Groebel, la descripción de un  mundo amenazador y peligroso lleva a actitudes más temerosas y cautelosas frente al entorno real. Si la gente está atemorizada, desarrolla ansiedad frente al mundo y tienen dificultades para distinguir entre realidad y ficción.

-        Según los Estudios longitudinales de Milavsky, Kessler, Stipp & Rubens (1982a, 1982b), en los que se trabajó un panel  de tres años para ver la evolución de más de 3000 jóvenes con preferencias categorizadas de consumo mediático, no se han obtenido evidencias de efectos mediáticos significativos

-        Hagell & Newburn (1994), en su estudio Young Offenders and the Media: Viewing Habits and Preferences, del Policy Studies Institute de Londres,  entrevistaron 78 jóvenes  con antecedentes criminales y analizaron la biografía  de los entrevistados en términos de sus consumos mediáticos. Compararon el registro con el de un grupo de más de 500 alumnos de una escuela ‘común’ y encontraron que los jóvenes con antecedentes criminales veían menos televisión y jugaba menos videogames que sus contrapartes, que estos jovenes  tenían menos acceso a la tecnología y que no manifestaban tanto interés en ofertas televisivas específicamente violentas,  ni disfrutan del mismo material que los jóvenes “comunes”

-        En el estudio comparativo de Hagell & Newburn (1994) “Young Offenders and the Media: Viewing Habits and Preferences” desarrollado por el  Policy Studies Institute de Londres, a la pregunta : ‘si pudieras ser alguien famoso de la tv, quién elegirías ser,’ los chicos con antecedentes criminales  “tuvieron dificultades en comprender por qué alguien podría querer ser tal persona”.

-        De las conclusiones  de  la investigación Mass Media Effects on Violent Behavior” de Richard B. Felson (1996), podemos rescatar las siguientes:  Existe diferencia entre creer que hay un efecto y haber  demostrado que hay efectos. En este sentido, podemos decir que la violencia televisiva tiene modestos  efectos sobre algunos espectadores, pero es un factor insignificante  en las altas  tasas de crimen. De hecho, los criminales más violentos no se  formaron viendo tv.

-        Según el Surgeon General’s Report on Youth Violence  (2001), la exposición a la violencia televisiva “causa” un incremento a corto plazo de la agresividad,  tiene poca o ninguna gravitación en provocar violencia real. En el mismo sentido se manifestó la The Federal Trade Commission (FTC) en su informe 2007: “La exposición a la  violencia mediática  correlaciona con la agresividad, pero la evidencia no es suficiente para establecer si la exposición a la violencia mediática causa el incremento de la agresividad”.

Como vemos hasta este punto no existen evidencias definitivas que demuestren la relación entre el consumo de imágenes violentas y el desarrollo de conductas antisociales.



La segunda parte de la exposición se concentró en la Conducta antisocial. A este respecto el expositor partió de los planteamientos de Freedman (2009), para quien los programas “violentos” y los “no- violentos” no son equiparables en el  marco de un estudio de laboratorio ya que la  medición de la agresividad depende  de interpretaciones. Así por ejemplo, en los estudios de laboratorio los niños  pueden responder según lo que esperan  que el experimento quiere de ellos, o les  permite hacer. No se han demostrado, por tanto, correlaciones entre factores individuales y la exposición a la violencia mediática. Los medios pueden dar idea de formas violentas de conducta que la gente no obtendría de otro lado.

Por su parte Bandura (1973) sostuvo que “la reestructuración cognitiva del comportamiento por medio de justificaciones morales y caracterizaciones paliativas es el mecanismo psicológico más efectivo para promover conductas transgresoras”. Como resultado, se produce un  desplazamiento de la responsabilidad del individuo, con tres efectos concomitantes: las tendencias a la deshumanización y  demonización de las víctimas;  el desarrollo de estereotipos sociales sobre ciertos colectivos como inmigrantes, mujeres, ancianos y la fuerza de la autoridad; y la insensibilidad frente a la violencia, aunque ésta no puede ser establecida de una vez y para siempre en cada individuo: depende de qué represente la víctima para el espectador, etc.

Además de las evidencias contradictorias que pueden observarse en los estudios anteriores. Los estudios de incidencia de las imagenes en las conductas antisociales suelen partir de una serie de planteos equívocos. En primer lugar, no es equivalente hablar de efectos de los contenidos mediáticos en la conducta  que considerar el significado de las escenas violentas que aparece en las pantalla. Por otra parte, ciertas actitudes corresponden a personas que disfrutan de ofertas mediáticas, asi:  las personas violentas pueden preferir mirar ‘películas violentas' – pero no se ha podido demostrar que los consumos mediáticos produzcan esas conductas. Con respecto a los niños con conducta antisocial, los estudios indican que tendrían mayor interés en ofertas mediáticas más violentas, pero no es consistente ni tiene soporte empírico la idea de que la conducta antisocial sea consecuencia de dichas ofertas

Una primera conclusión que podemos extraer entonces, es que la crítica contra la violencia mediática es arbitraria y selectiva, no exhaustiva

En un cuestionario intercultural aplicado a 5.000 niños y niñas de 12 años de 23 distintos países alrededor del mundo, se encontró que los varones se sienten mucho más atraídos por la violencia que por las mujeres. La pregunta que nos hacemos a esta altura entonces es:  ¿Acaso los  varones sienten la agresión como una recompensa? Se abre aqui una potente línea de análisis.

Según las investogaciones de Groebel (1993)  y Donnerstein “National Violence Study” (1997), alrededor de un 75% de los actos agresivos en la pantalla en Europa y Estados Unidos permanecen sin ninguna consecuencia negativa para el “agresor” en la película y son recompensados.

Las evidencias presentadas han hecho necesaria la elaboración de distintas teorías sobre la divulgación de la violencia. Nos interesan cuatro:

a) Social Learning Approach: Cuando una conducta agresiva tiene éxito, algunos sujetos pueden creer que lo mismo es verdad para su propia vida.

b) Teoría del guión:  “Si se sobreestima la probabilidad de violencia en la vida real, puede emerger  la creencia de que la violencia es normal y adecuada para la sociedad moderna.

c) Teoría de la catarsis: Consumir contenidos violentos o jugar videos, purifica las tendencias agresivas y alivia  los sentimientos de intemperancia y odio en la vida real.

d)        Teoría de la brújula: Los contenidos de los medios ofrecen una orientación a través de un marco de referencia que determina la dirección de nuestra propia conducta.  Los espectadores no adoptan lo que han observado; miden la distancia entre su propia conducta y los modelos que se ven en los medios. Si la crueldad parece “común”, es porque el entorno cultural no ha establecido un marco de referencia alternativo de trabajo.



Conclusiones  y discusión

Llegado a este punto podemos concluir que:

- La violencia en los medios es universal. Se presenta en  primera instancia en un contexto de   recompensas

-        La violencia en los  medios “Compensa” las propias frustraciones y déficits en áreas problemáticas.

-        Ofrece “emoción” a los niños en un entorno menos problemático.

-        Crea un marco de referencia para “roles atractivos como modelos”.

-        Depende de características del espectador y su entorno familiar.

-        La omnipresencia de la violencia en los medios contribuye al desarrollo de una cultura global agresiva.

-        Las “características de recompensa” de la agresión son más promovidas que las formas no agresivas de enfrentar nuestras vidas. Por lo tanto, prevalece el riesgo de la violencia de los medios.




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