¿Influyen o no los medios
de comunicación en la aparición de conductas violentas en los
espectadores?
El interesante artículo
sobre “La violencia en los medios de comunicación”, de Miguel Santagada, http://violentologia.blogspot.mx/2013/10/la-violencia-en-los-medios-de.html
dividido en dos partes, la primera llamada en busca de certezas, apoyado en
estudios de corte epidemiológico y relacionado con las características de la
violencia y la segunda sobre las conductas antisociales (victimización
estigmatización de grupos vulnerables), muestra que la pregunta acerca de la
influencia en las conductas violentas de los espectadores, no es unívoca.
Si bien los estudios de corte epidemiológicos mostrados en el
artículo no son concluyentes, otro estudio publicado por Faith McLellan en The
Lancet: February 2002: Volumen 359: Number 9305, acerca de la vinculación de la
violencia en adolescentes, realizado en USA y en Israel, muestran los efectos
directos de un programa televisivo denominado World Wrestling Federation (WWF)
visto por alrededor de 35 millones de
personas en los Estados Unidos y que contiene secuencias de lucha, sexo explícito,
comportamientos violentos y lenguaje soez, demostró una asociación
significativa entre sus más jóvenes televidentes con: el uso de alcohol, tabaco
y drogas; tenencia de armas; y peleas. La prevalencia es mayor en las niñas que
en los niños.
Es interesante resaltar un estudio sobre la prevalencia del
impacto de la violencia en los chicos sin antecedentes criminales respecto a
los que sí tienen antecedentes delictivos y curiosamente miran menos estos programas
violentos y juegan menos a videogames sobre violencia. (Hagell
& Newburn (1994), Young Offenders and the Media: Viewing Habits and
Preferences).
En cuántos a las características de la en los medios señaladas por
el autor, me interesa señalar la “omnipresencia” de la
violencia directa en los medios y el ocultamiento de la violencia estructural y
cultural que legitiman la violencia directa (Galtung).
Parece normal en este sentido, la discriminación social, la
pobreza, la violencia de género y el echo señalado por Auyero y Verti en el
libro “La violencia en los márgenes”,
que las discusiones públicas
sobre inseguridad, tienen como protagonistas a los sectores medios y altos en la escala social, un
discurso hegemónico, porque los que experimentan la victimización son los que
están mas abajo en este orden social, entre los más desposeídos, esto es, allí
donde el estado no está y la violencia interpersonal es la ley del ojo por ojo.
Otra característica mencionada en el artículo de Santagada, es la
banalización de la violencia, vale decir el peligro de hacer trivial una
conducta desproporcionada como un asesinato o una violación o un asalto. Esta
banalización tiene el efecto doble de desensibilizar a la audiencia por un lado
y por otro de crear una sensación de temor y de horror exagerados perdiendo la
posibilidad de juzgar lo real de la ficción.
A modo de conclusión puede afirmarse que la violencia en los
medios y sus efectos en la aparición de conductas violentas, no es una
respuesta unívoca. Los estudios no son
concluyentes pero en algunas personas, pueden relacionarse, con aumento de
agresión en personas mas susceptibles, el manejo hegemónico en cuánto a la
violencia que se muestra vale decir, la violencia directa y aquella que se
esconde que es la violencia estructura y cultural.
Por otra parte, el siglo XX
ha sido marcado por la sangre derramada, en dos guerras mundiales, en
los estados nación enfrentados, en los terrorismos de estado, es decir un siglo
bajo el signo del dios Pan: aquel que se aparecía en los caminos y provocaba la
huída, el pánico.
El siglo XXI está marcado por el horror representado por Medusa (parálisis,
piel de gallina, crimen ontológico) y es precisamente por lo inesperado, una
violencia “líquida” en la cuál todos somos víctimas vulnerables e inermes.
Marcelo Ocampo
Otras fuentes consultadas:
1. Cavarero A. Horrorismo. Ed, Anthropos, 2009
2. Bauman Z. La cultura en el mundo de la modernidad líquida. FCE,
2013.
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