7 de enero de 2014

La práctica de la Fraternidad - Lucía Gayón




Podemos leer y entender las sabias palabras de nuestro Papa Francisco, que renuevan el mensaje de Jesús en los Evangelios.  Podemos leerlas baja la nueva perspectiva fresca por tratarse de un hombre de nuestros tiempos, de nuestra cultura, que está haciendo un trabajo espectacular de renovación de la Iglesia.  Pero tenemos que dar un paso adelante - de tan solo leer sus mensajes y admirarlos a ponerlos en la práctica.

¿Qué es lo que significa la palabra "fraternidad"?  Creo que esta palabra puede tener connotaciones positivas y negativas también.  "Fraternidad" como sinónimo de "hermandad" puede hacernos pensar en nuestras experiencias familiares.  Si tenemos hermanos y tenemos una relación positiva con ellas, la palabra "fraternidad" sonará bien.

Cuando analizo las dinámicas de las familias, puedo ver que el  tener una buena hermandad es difícil.  Podemos ver a dos hermanitos que se adoran pero que de pronto pelean.  Unos pelean por ganarse el favoritismo de los padres; otros pelean por personalidad incompatible; otros pelean por falta de madurez, otros pelean porque no tienen algo mejor que hacer.   Se llegan a establecer patrones de pleitos que no se superan.  A veces los padres no tienen el talento o desconocen la forma de ayudar a sus hijos a crear relaciones sanas de hermandad, contribuyendo a que estas empeoren. 

Nuestras relaciones de hermandad establecen patrones de por vida que podríamos transferir en la convivencia con otros - y pueden venir tanto viciadas como también pueden ser virtuosas.  ¿Qué podríamos entonces hacer para mejorar las relaciones con nuestros hermanos de sangre y re-establecer o crear un patrón de relación que sea virtuoso?

Las relaciones familiares pueden ser dolorosas y pueden causar problemas serios de depresión, violencia, inseguridad, adaptación, etc.  Descubrir, a través del dolor, lo que ha sido dañado requiere de procesos largos y complicados.  Unos se pueden resolver a través de la psicología - en cuanto a que se logre detectar la causa del dolor.  Pero una vez sabiendo que esa causa viene de una relación familiar defectuosa, ¿qué más se puede hacer?

¿Podríamos cambiar el patrón de nuestras relaciones familiares para ser mejores personas?  ¿Qué ocurre cuando no se puede llegar al diálogo con el hermano y mucho menos a la reconciliación?  ¿Cómo proceder, cómo seguir adelante?

Hablar de conflictos entre hermanos, nuestros hermanos de sangre, es un tema que se oculta.  Tenemos vergüenza de reconocer que no somos  los mejores hermanos porque también existe el orgullo familiar.  Todos queremos o pretendemos tener una buena familia, ser parte de una familia sana y armoniosa.  Las cosas “de familia” no se discuten con otros. 

Para lograr cambios y permitir que la fraternidad no sea solo una idea del Papa, tenemos que practicarla.  Se trata de crear e integrar una nueva disciplina de actitudes que creo que se puedo lograr a través de pequeños pasos que repetimos.  Pequeños actos de solidaridad fraternal, con nuestros propios hermanos, con los otros, de tal forma que la fraternidad se vuelva un hábito virtuoso de todos los días.

Como sociedad, como personas interesadas en la Violentología como una forma de toma de conciencia de los orígenes de la violencia ¿cómo podemos despertar el interés de poder ayudar a las familias a lograr relaciones fraternales?  

¿Qué opinas tú?



Lucía Gayón

No hay comentarios: